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Hace unos días el músico conocido como "Manolín el Médico de la Salsa" se pronunció en contra de los cubanos del exilio que critican a los artistas que viven en la Isla y que actúan en Miami.
Según argumentó, lo critica por considerarlo una prolongación de la falta de libertades que ejerce el propio Gobierno de la Isla hacia sus ciudadanos.
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Esos criterios hubo de escucharlos la controvertida Zoé Valdés, así que, como si de la Caja de Pandora se tratase, Manolín activó la ira de la escritora cubana residente en París, que no tardó en responder al músico, famoso también por sus alegatos epistolares.
Ayer fue Manolín el que le contestaba a Valdés, y hoy ha sido ella nuevamente la que ha tomado la palabra en su perfil de Facebook.
Polémica de ida y vuelta en un tono creciente de ironías, pullas, burlas y hasta de cierta chusmería patria.
Lo preocupante es que, de seguir así, la polémica limpia e interesante de origen, la constructiva, la que lleva a alguna parte....se habrá disuelto en una guerrita de alusiones personales.
A continuación, reproducimos la más reciente “respuesta” de Zoé Valdés a Manolín.
Dime de lo que alardeas y te diré de lo que careces. Es archiconocido que los más grandes jebosos de Aquella Isleta resultaron ser al final los más grandes Cherno-viles. No se puede estar tanto tiempo encaramado encima de una superficie redondeada y saltarina, terminación fálica, y removiéndose de gusto sin que se te remoje de placer el nalguifricandeloso fambeco.
Cualquiera hubiera podido imaginar que iría a citar a Amado Nervo, o en último de los casos a José Ángel Buesa (con perdón de ambos), pero no, se cita a sí mismo, y la estrofa no puede ser más calamitosa y desajustada. Nunca ha sabido rimar.
El grosero por excelencia acusa de groseros a los demás. Él, que alcanzó un mínimo éxito por berrear groserías e insultos a un exilio digno, ya en aquella otra estrofa inducida (desde el Comité Central y el PCC) y reiterativa, en la que aseguraba que el que se iba perdía y que el que se quedaba era el rey.
Ni se quedó ni se fue. Limbo propio de bufones.
Bufón. Bufón de bufones, ni siquiera del Rey.
Bah, timberito de lo que trajo el barco, que no sabe rimar, pero sí remar -es un decir- al ritmo de los latigazos esclavistas del oportunismo y la trepadera.
Zoé Valdés.
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