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Jorgito Hernández, el pitcher cienfueguero que acaba de firmar con los Red Sox de Boston, debe sacar de esta "larga prueba" a que Dios lo sometió, un buen par de lecciones.
Una, que la gloria siempre - o casi siempre - premia a quien lo merece y es perseverante; y otra, que "el destierro" duele tanto como para no querer volver jamás a él.
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¿Qué decir de un joven que, reunía todas las armas posibles para haber escalado desde hace aproximadamente 3 años un montículo de Grandes Ligas y nunca pudo, siquiera sacar un pie de R.Dominicana?
Y es que tal como hace meses atrás revelara el periodista Jorge Ebro en El Nuevo Herald, y que ahora vuelve a ilustrarnos, hay detrás de cada pelotero cubano una "maquinaria de vividores" que si das con el hombre incorrecto, te entierras sin la ayuda de Santana.
Y tal como nos dice Ebro hoy, de haber firmado antes, Jorgito, quien su padre solía a veces sentarse a mi lado y de Pedro Bosque en cada juego de pelota allá en las gradas "del Cinco", hoy tiene que firmar "en la baja" y con tres años más en las costillas.
Decir que Jorgito era del equipo de los Elefantes de Iday Abreu es quizás decir poco.
Estamos hablando de un joven, que años atrás era, junto a Entenza el 2-3 del roster de pitchers de aquella manada que hizo soñar a miles de cienfuegueros y que un día quedó desperdigada tras las partidas a "luengas tierras" de cada uno de sus paquidermos. Todavía quedaban en la pelota cubana una buena docena de bateadores y algunos, quedaron retratados en el home con las rectazas del cienfueguero.
Puig, Pito, Arruebarruena, Darian, Pavel, Dany Hernández, Edwin Vasel, Moncada.... y Jorgito. Y otros más.
Estamos hablando decía, de un muchacho que siempre que trepó en el montículo lo hizo con rabia por el triunfo; con un brazo "sin fisuras", un matador; alguien que tras esa sonrisa que suele siempre mostrar, enagañaría a cualquiera que lo mira, bate en la mano desde el plato.
Previo a una entrevista que me concediera en el año 2014 José Dariel "Pito" Abreu, para la sección Voces del diario Huffington Post, relataba Pito que "los White Sox tenían interés en Jorgito, y que él, personalmente estaba presionando y hablando bien del muchacho."
A estas alturas resulta imposible definir "qué sucedió", el hecho es que Jorge nunca llegó a los patiblancos, y - curiosa coincidencia - llega ahora para calzarse también unas medias, pero de otro color: las rojas.
Si no ha perdido la estirpe - la mala memoria insiste en jugarme una mala pasada y no recordar su número verdiblanco - si pone el empeño que conlleva la responsabilidad de vestir una chamarreta de los Red Sox, pronto sabremos de él, porque talento, y co...raje, nunca le faltaron mientras pitcheó por el Cienfuegos. Ahora, tiene más experiencia, y ha llegado, aunque con menos dinero, al lugar correcto.
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