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Sólo seis jugadores del anterior equipo cubano al III Clásico Mundial de Béisbol se encuentran en la preselección de 50 jugadores para la nueva versión y casi todos parecen tener el pasaporte garantizado para repetir.
Son ellos: los serpentineros Freddy Asiel Alvarez, y Vladimir García; el receptor Frank Camilo Morejón, el infielder Raúl González y los jardineros Alfredo Despaigne y Frederich Cepeda. Un posible séptimo “sobreviviente” de aquel listado fue descartado en el último corte, el lanzador matancero Alexander Rodriguez, y, vaya paradoja, quien ingresó de forma impensada fue el catcher tunero Yosvani Alarcón, mismo que había sido suspendido un año en septiembre pasado por una agresión a este pitcher yumurino ahora eliminado.
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Llama la atención que informantes especializados de los principales medios cubanos, algunos de ellos habituales críticos de las indisciplinas en el deporte, no parecen interesados en la saga del caso Alarcón, o porque habrían recibido la orientación de priorizar el “interés nacional” ante la necesidad de la fuerza al bate del máscara oriental o, simplemente, su autocensura estaría conectada a preservar la plaza entre los “enviados especiales” al certamen cuyas primeras rondas Cuba las disputará en Japón.
¿Cómo se digiere que mientras se le dice a la prensa que tales o más cuales quedaron fuera del equipo por rendimientos calculados por debajo de lo exigido, se convoque a un pelotero suspendido sin estadísticas elementales en la última temporada? ¿Alguien le ha preguntado a los beisbolistas excluidos?
Según el periódico Granma, el ex lanzador Yosvani Aragón, que se perfila como el próximo comisionado nacional, confirmó que el asunto Alarcón “fue revisado y, teniendo en cuenta su comportamiento y dedicación a los entrenamientos en los últimos meses, se decidió reducir su castigo a la mitad del término’’. La publicación agrega que el temperamental receptor tunero confesó al diario “su arrepentimiento” por la pelea en Matanzas,- la última, registrada en septiembre de 2016- , que "valoró como algo del pasado y una enseñanza en su carrera”.
Cuatro años atrás Alarcón había quedado fuera de la selección cubana al III Clásico Mundial al agredir a un árbitro durante un juego de la Serie Nacional y pidió disculpas.
El poder tras bambalinas en el culebrón del béisbol nacional propicia que las indisciplinas y la tolerancia serruchen el piso a las autoridades de turno llámense Higinio Velez, Heriberto Suárez o Yosvany Aragón, con todo y la expectación en torno al ex pitcher espirituano.
Una pregunta más… ¿estas “generosidades” que ocurren en el deporte nacional, podrían ser también facilitadas a atletas y entrenadores de otras disciplinas? A fin de cuentas, se supone que la vara de medir actitudes sea la misma.
El lado positivo es que la entrada de Alarcón apuntala a Cepeda en su camino a hacer historia. Quizás sea el único jugador entre los competidores de todos los países que se inscribirán con cuatro Clásicos en su espalda. Solo una lesión le impedirá montarse en el avión. Cierto que por una intervención quirúrgica debido a su entrega en el terreno no ha podido rendir como era habitual, pero sería un sacrilegio cerrarle la puerta a su última gran competición al jugador que, por seguir su carrera en Cuba y con un Sancti Spíritus hecho pedazos tras la “fuga” a La Habana de los hermanos Gurriel en 2013, rechazó la posibilidad de ser millonario en las Grandes Ligas estadounidenses.
Fue una injusticia haberlo excluido desde la primera convocatoria, y al parecer horas después se dieron cuenta del “error político” y lo anunciaron en un “paquete” posterior de 19 jugadores.
La realidad es que del conjunto que participó en el III Clásico, desbancado en segunda ronda en la sede de Japón en 2013, casi la mitad abandonó la isla hacia la Gran Carpa.
Tres de ellos se marcharon por la vía legal, el antesalista Alexei Bell, el lanzador Darién Núñez, y el receptor Yosvani Peraza, este hacia Italia tras una sanción nunca difundida por los principales medios oficiales, bajo el paraguas de la eliminación de restricciones migratorias.
“La prensa debería hablar más de los contratos que el INDER dijo que iban a servir para regular la fuga de talentos” dijo a CiberCuba en La Habana un ex funcionario deportivo, ya jubilado, que pidió no ser mencionado.
“No se pueden frenar las deserciones ni siquiera con la eliminación de la ley de pies secos y mojados. Es mucho el dinero. Lo que hay es que pedir en una reunión cuando se esté afuera, que por lo menos el que se piense ir que lo haga después de cumplir en el torneo y así no le echa a perder el trabajo al técnico” estimó el veterano de 72 años.
Uno de los que dejó el equipo nacional al terminar la competencia fue Yulieski Gourriel, que en febrero de 2016 concluida la Serie del Caribe, se marchó junto a su hermano Lourdes, de un hotel de Santo Domingo hasta Haití, en una operación bien planificada, según mostraron los hechos posteriores.
El otro jugador que se fugó de una delegación oficial fue el pitcher Odrisamer Despaigne, cuando se quedó en el aeropuerto de Paris rumbo al torneo internacional en Rotterdam, Holanda. El resto que completa la negativa estadística para la federación nacional se fue de Cuba en salidas marítimas ilegales: los lanzadores Diosdany Castillo y Raciel Iglesias; los jugadores de cuadro José D. Abréu, José M. Fernández, Erisbel Arruebarruena y Andy Ibáñez, y los jardineros Guillermo Heredia y Yasmani Tomás.
Luego del III Clásico Mundial, ganado por República Dominicana, otra baja sensible sufrió la escuadra cubana: el pitcher Yadier Pedroso, muerto en un accidente de tránsito a los pocos días de su retorno.
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