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El millonario negocio de "camisetas" que maneja un hijo de Fidel Castro

Alexis Castro estaría manejando una lucrativa empresa textil que, curiosamente, estaría lucrando incluso a costa de las propias empresas cubanas.

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Este artículo es de hace 7 años

Aunque en el recuerdo todavía quedan los excesos de Antonio Castro Soto del Valle y sus vacaciones griegas ―noticia que le dio la vuelta al mundo en tiempo atrás― sabido es que esa no fue más que la punta del iceberg, la cara indisimulada de un lujo que, con más o menos visibilidad, vive la familia Castro al completo.

Ahora, un reporte más reciente ha explorado en otro miembro de la familia: Alexis Castro, de quien se dice que "maneja" una lucrativa empresa que, curiosamente, estaría enriqueciéndose incluso a costa de las propias empresas cubanas.

El artículo en que esta información se ha dado a conocer está firmado por Juan Juan Almeida ―hijo del fallecido comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque― y ha sido publicada por Martí Noticias.

Según Almeida, Alexis Castro maneja los hilos (nunca mejor dicho) de un negocio que mueve millones: la producción y venta de pullovers (camisetas) para las continuas campañas y marchas políticas de Cuba.

Ello supondría, por ejemplo, que detrás de la frase “Yo soy Fidel”, impresa en millares y millares de camisetas que se vieron con posterioridad a la muerte del patriarca, estaría la familia Castro, orgullosa de expandir su marca y encima con beneficios en moneda dura.

Según el citado artículo:

“Todas las empresas cubanas, comercializadoras o no, incluidas las artesanales, tienen la orientación, con carácter reglamentario, de comprar camisetas a una escondida industria de la que nadie desea hablar […] pero las empresas cubanas están obligadas a comprarles a 3 dólares cada unidad aunque cueste la mitad”.

Un empresario español, que ha intentado hacer la competencia a tan exclusivo negocio, ha declarado a la citada fuente que ha visitado las gerencias de las cadenas Caracol, TRD y Tiendas Panamericanas y que “en todas ellas ha ofrecido igual producto con menor precio y mejor calidad, ha participado en largas licitaciones y hasta se ha quejado ante la Cámara de Comercio de la República de Cuba, pero nunca consigue entrar al mercado”.

Obviamente, si es un negocio que arroja interesantes dividendos, la familia Castro no va a permitir que le salgan competidores. A fin de cuentas, para su descargo de conciencia, pueden pensar que trabajan con "la marca familiar" y que son consecuentes al expandir el mensaje ideológico que los ha sostenido en el poder durante décadas.

Según concluye el citado artículo:

“La pequeña y desconocida fábrica que produce esta riqueza textil se encuentra en Punto Cero y sus costos de producción son, sin el menor titubeo, ilegales, porque en ella trabajan militares no pagados, o mejor dicho, esclavos verdeolivo”.

Es evidente que si hay un negocio que puede ofrecer jugosos dividendos en Cuba es, desde luego, la ideología. Si este negocio textil (alejado de la hostelería o de mundos más concurridos y problemáticos) cumple el objetivo de ser discreto y relativo a un área de explotación laboral no muy frecuente, parece ser ideal. Sin embargo, como dice Almeida: “entre hombres descontentos, no hay secretos".

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