No hay marcha atrás. Tal vez sea esa la frase con que se anima a diario Nelson Hernández Manfredi, o "1177", el número con el que lo identifican en el campamento de Serbia donde actualmente vive.
Nelson, según cuenta el diario digital Cubanet, fue uno de los cubanos que, hace ya unos meses, tras el cierre paulatino de las fronteras centroamericanas, manejó la posibilidad de arribar a Estados Unidos a través de un territorio tan inhóspito como Alaska.
Pero fue estafado, y él y su familia -los cuatro de la foto- a duras penas sobrevivieron. Hoy mal viven en una casa de campaña, a merced del crudo invierno de Europa, que este año ha sido especialmente cruel. Sortean el hambre con un plato de sopa y un pedazo de pan.
Nelson espera actualmente sus "papeles de refugiado", y recuerda lo que tuvo que vender para no llegar luego a ningún lugar: su pequeño negocio de joyería en Lawton, municipio 10 de Octubre. Pero bajo ningún concepto quiere regresar a su país.
Su sueño ahora, dice, es "trabajar, luchar, salir adelante" y espera que algún país de la comunidad europea finalmente lo acoja.
"No pido nada, solo una vida normal de trabajo, tranquila y estable para mí y mi familia, con libertad de expresión, sin que nadie me reprima, en fin, un ser humano normal como cualquier otro”, comenta.
A uno cien metros de la frontera con Croacia, estos cubanos comparten refugio con sirios, afganos, marroquíes y argelinos.
Nelson aún busca lo que un día, erróneamente, creyó que podía conseguir a través de Alaska.
con información de Cubanet
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