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Olga Korbut pasó a la historia cuando impresionó al mundo en los Juegos Olímpicos de Múnich 1972. Durante la cita bajo los cinco aros en suelo alemán, la originaria de Bielorrusia y apodada "el gorrión de Minsk", realizó un salto mortal en la barra de equilibrio que fue bautizado como el Salto Korbut y un truco en las barras asimétricas que se denominó Flip Korbut.
Lo más llamativo es que años después ambos movimientos fueron prohibidos por su alto grado de complejidad y, por ende, peligrosidad.
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En 1972, Korbut era una adolescente de apenas 17 años. Una artista que conquistó al público con su carisma y su pequeña figura; apenas medía 1.50 metros. Volvió a participar en Montreal 1976 y después de su retiro sumó un total de seis preseas en el principal evento multideportivo mundial (cuatro oros y dos de plata).
Hoy, a sus 61 años de vida, "el gorrión de Minsk" vuelve a ser noticia al vender sus medallas olímpicas luego de verse envuelta en dificultades financieras en Estados Unidos, país donde radica desde que emigró tras la caída de la Unión Soviética.
Se desprendió de sus objetos más valiosos: oro por equipos y de ejercicios en el suelo y plata en barras asimétricas de Múnich 1972, así como la plata en viga de equilibrio y el oro por equipos de Montreal 1976.
Y por si usted sacó la cuenta, tampoco le queda el otro premio dorado, porque este le fue robado hace algunos años.
La exgimnasta también vendió a la casa de subastas Heritage Auctions algunos leotardos, el reconocimiento de la personalidad deportiva de 1972 otorgado por la BBC y varios galardones alcanzados en eventos mundiales.
De acuerdo a las cifras, ofreció 32 artículos de su colección. Lo más caro fue su oro por equipos, valorado en 66.000 dólares, seguido de una plata en barras asimétricas, en 52.300.El total tocó los 230.000 dólares (217.000 euros).
Este resulta un nuevo pasaje angustioso y triste en la vida de la excelsa exdeportista. Ella misma reveló en un libro que fue "esclava sexual" de su entrenador, Renald Knish. Pero igualmente se conoce que fue despedida de su puesto como entrenadora por supuestos problemas con el alcohol, según publicó en su momento The New York Times.
Asimismo, en el 2002, fue acusada de robar alimentos en un supermercado por valor de apenas 20 dólares, y hubo una investigación por falsificaciones de billetes encontrados en una casa donde vivió su hijo.
Hoy, en Arizona, Estados Unidos, su propia grandeza la ha salvado del hambre, no así de la angustia.
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