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Antonio Becalli Garrido, el presidente del INDER en Cuba, sufrió un duro golpe el pasado sábado durante un recorrido por la provincia de Cienfuegos, tras desenmascararse delante de él y sin tapujos que, el Gimnasio "Leandro García" de la capital provincial no estaba listo para su visita aunque le habían asegurado que sí.
Todo parecía perfecto, según relata en el diario 5 de Septiembre la colega Darilys Reyes pero, tras la mascarada del acto, donde atletas, profesores y directivos del deporte en la provincia le mostraron al visitante la reanimación del antiguo gimnasio, sucedió lo que nadie pudo predecir.
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Y es que los padres de los atletas no decidieron prestarse "para el show" y le pidieron amablemente a Becalli que pasara al área de Judo.
Allí, si bien todo estaba pintado y parecía "perfecto", el dirigente fue puesto al corriente de la realidad.
Los colchones "habían sido prestados"; un closet multipropósito puesto en el salón tapaba un hueco en el piso, y hasta una manguera había atravesando una pared.
Según relata "el Cinco", "hubo ofendidos por la actitud de los padres", luego que la chapuza fue descubierta, y el diario acertadamente plantea que "era preferible enseñar la verdad."
Sin embargo, aunque cueste reconocerlo, esta ha sido la tradición "cubana" cada vez que llega la fecha límite de entrega de una obra, la inauguración ya está prevista y las cosas no están concluídas. Sucede no solo en el INDER.
No han sido pocas las denuncias en la prensa oficial cubana de edificios de microbrigadas entregados a colaborantes médicos - por ejemplo - que se pintan, se le plantan flores en un jardín.
También han puesto a tope los apartamentos del primer piso y del segundo, pero del tercero para arriba, excepto puertas y ventanas, por dentro "no existe nada".
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