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Baja ofensiva, y un pésimo manejo del bullpen por parte del alto mando cubano, dieron al traste el que quizás sea, "el único juego que Cuba pudo ganar en esta 2da fase del Clásico Mundial de Béisbol 2017."
Quedan ahora Japón y luego Holanda, pero sin dudas era Israel - al menos en el papel y no obstante su excelente saldo de 3-0 en la ronda preliminar - el equipo más asequible para ser derrotado, en esta 2da vuelta en el Tokyo Dome.
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Hasta un squeeze play se dieron el lujo de hacer los israelítas en el 8vo, aumentando su ventaja de tres, a cuatro carreras por una, escasos minutos después que Cuba dejara las almohadas congestionadas en la parte alta de ese mismo inning, cuando el pinareño William Saavedra bateó una rolata lenta pegada a la tercera base que sirvió para que forzaran en esa almohadilla al espirituano Frederich Cepeda.
Ciertamente no se le puede pedir mucho a los cubanos. De hecho, habría que agradecerle y mucho a los "santos" del palmireño Entenza, porque los batazos que le conectaron en las tres primeras entradas salieron todos de frente, y en algunos otros la defensa cubana - especialmente Roel Santos en el CF - hizo el correspondiente oficio.
Hay que agradecerle también a Alfredo Despaigne, que despachó un monstruoso cuadrangular en la 2da entrada al primer lanzamiento que le efectuara el veterano bigleaguer estadounidense - ahora israelita - Jason Marquis.
No puede decirse igual del matancero Yoanis Yera - un pitcher que parece llevar en cada salida suya el espíritu de su coterráneo Alexis Rubalcaba - cuando vino al rescate del cienfueguero.
Yoanis debería empacar ahora mismo, y si pudiera, regresarse a Cuba; o al menos, cuando Martí lo envíe al bullpen decirle: "Jefe, no me siento en condiciones."
En realidad se dan pocas condiciones en el equipo cubano para que logre triunfar con justicia.
El propio manager Martí debería tener un poco más de sangre fría y sacar a los pitchers cuando debería. Precisamente su demora en sacar a Yera del montículo, fue lo que en la práctica, terminó por sepultar el partido.
¿Porqué no traer directamente a Moinelo? Una pregunta parecida a la que me hago cuando veo a Carlos Benítez en la 2da base, juego tras juego, a pesar de que el granmense - como se dice en buen cubano - no le da ni a un melón con una tabla de planchar.
El resto lo puso el cerrador israelíta Zeid, que a puras rectas, y alguna que otra slider mató el noveno de uno, dos y tres.
"Es una realidad este equipo israelíta," decía Modesto Agüero en el 9no inning, a lo que Rodolfo García le contestó:
"Lo que es una realidad, es que con este equipo, Modesto, no vamos a ir más nunca a ningún lado; necesitamos a nuestros bigleaguers."
Perdón, creo que al final de esta crónica, caí en un devaneo "deportivo-literario."
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