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Durante 18 meses el arquitecto británico Stephen Purvis permaneció encerrado en el celebérrimo centro de detenciones cubano Villa Marista.
En ese lapso, Purvis sobrevivió en una celda de apenas seis pies cuadrados. Por momentos, incluso, compartió espacio con otros tres individuos, la mayoría de las veces soportando temperaturas superiores a los 40 grados celsius.
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Purvis fue acusado en 1997 de espía estadounidense en la isla.
Ahora, el inglés ha contado al Daily Mail qué significó la experiencia. "Éramos animales en un zoológico creado para enemigos del estado", dijo.
Aburrido de su vida de clase media en Inglaterra, Purvis decidió tomar a tiempo parcial un empleo en Cuba y trabajó en proyectos multimillonarios como negocios de Inmobiliarias y construcciones de campos de golf. Hasta que arrestaron a su jefe.
"Rehusé a irme; pude haberme ido para el aeropuerto y haberme largado, pero no lo hice. No tenía nada que ocultar. Cinco meses después vinieron por mi", dice Purvis. Su nombre y apellido se trocaron por un número: 217.
Cada día despertaba a las 6:30am, desayunaba un pedazo de pan de 50 gramos y a las 11:00am almorzaba un plato de arroz, frijoles, sardina y, a veces, algo de ensalada.
Purvis cuenta que en Villa Marista hay un intento de suicidio mensual y que dos de cada tres detenidos "se vuelven locos".
Finalmente, un día lo dejaron marcharse sin ninguna explicación. El taxista que en esa ocasión condujo a Purvis hasta casa de un amigo, le estrechó la mano fuertemente al despedirlo y le dijo: "Bueno, espero que haya disfrutado su estancia en Cuba".
más información Daily Mail
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