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Panamá, 6 abr (ACAN-EFE).- El presidente de Panamá, Juan Carlos Varela, dijo hoy que ha dado un plazo de un mes a la Pastoral Social Caritas para que ponga fin al alojamiento humanitario que brinda a cientos de cubanos que permanecen irregularmente en el país.
Varela señaló a periodistas que al albergue de Caritas en ciudad de Panamá "se le ha dado 30 días para operar, no puede operar más de 30 días porque nosotros no podemos estar incentivando ese tipo de migración irregular al país abriendo este tipo de albergues".
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El gobernante aclaró que aplaude "siempre la ayuda humanitaria de la Iglesia" católica, pero estos cubanos, expresó, "tienen que definir su futuro" porque "no tienen una forma de aplicar a un estatus (migratorio) en Panamá".
"Mi recomendación ha sido que regresen al país de donde vienen o que sean deportados a Cuba", afirmó Varela.
También destacó que 71 cubanos que se encontraban hace dos meses en el albergue en la población de Lajas Blancas, en la provincia de Darién, limítrofe con Colombia, pidieron ser trasladados hacia la provincia de Chiriquí, en la frontera con Costa Rica, y que así se hizo.
A principios de marzo había en Panamá 383 cubanos alojados en la Pastoral Social Cáritas, en ciudad de Panamá; 92 en la población de Lajas Blancas, en la provincia de Darién; y 24 más en un albergue del Servicio Nacional de Migración (SNM), según datos de la entidad.
El 1 de marzo pasado, Cuba y Panamá acordaron en La Habana en un memorando de entendimiento colaborar para garantizar un flujo migratorio "regular, ordenado y seguro" que permitirá la deportación de los isleños que están irregularmente en el país, según informó el SNM.
Con el fin el pasado enero de la política "pies secos, pies mojados", que daba un trato preferencial a los cubanos al permitirles quedarse legalmente en EE.UU. pese a entrar indocumentados, se espera que se frene el flujo migratorio por Centroamérica con rumbo al norte.
Panamá recibió en 2016 más de 27.000 migrantes irregulares, muchos de ellos cubanos, aunque también haitianos, africanos y asiáticos, que entraron por la selva del Darién, frontera natural con Colombia, en su tránsito hacia EE.UU.
El paso de cubanos por Centroamérica y por países como Ecuador, Costa Rica, Guayana, Panamá y Colombia, con el fin de llegar a EE.UU., es un fenómeno que creció con el deshielo entre La Habana y Washington.
A finales de 2015 se produjo una grave crisis tras la decisión del Gobierno nicaragüense de cerrar su frontera a los migrantes, lo que provocó que unos 8.000, sobre todo cubanos, quedaran varados en Costa Rica y Panamá.
Ambos países tuvieron que acordar con México un plan especial para trasladarlos en vuelos directos a distintas ciudades mexicanas, desde donde transitaron a EE.UU.
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