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Escrita en 2005 por el dramaturgo cubano Abel González Melo, Chamaco habla de prostitución masculina, doble moral instaurada socialmente y desintegración de los valores familiares. Por lo visto, tales temas repercuten también sobre la realidad venezolana a juzgar por el éxito de la versión del texto puesta en escena en Caracas.
Dirigido por el cineasta cubano asentado en Venezuela Mario Crespo, el montaje de la obra respeta el precepto original sobre una noche del 24 de diciembre, en un parque desolado, donde aparece el cadáver de un joven.
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Según escribió recientemente en un crítica el periódico El Universal “el texto podrá ser foráneo, pero la adaptación de la historia producida por Samuel Hurtado refleja casi al calco la descomposición que impera en los diferentes estratos de la sociedad local de una manera pasmosa. No importa si se es abogado, policía o vigilante de la estatua «del héroe»”.
Más adelante, el periodista insiste en que el montaje venezolano de Chamaco es como una postal de las noches caraqueña hecha en La Habana, y además presenta también a “un joven capaz de hacer lo que sea por sobrevivir el día a día y a una familia tan rota como la mesa de su comedor”.
El Chamaco del Trasnocho cultural cuenta con notables actuaciones de Caridad Canelón, Gonzalo Velutini, Antonio Delli, Greisy Mena y Gerardo Soto. Y también en Venezuela, al igual que en Cuba, la obra dio lugar al desarrollo de noveles actores como Julián Izquierdo, Raúl Gutiérrez y Christopher Hernández.
La versión cinematográfica cubana de Chamaco se vinculaba a géneros como la tragedia y el policiaco, en un contexto poblado por personajes retorcidos, frustrados, anhelantes y en busca de satisfacción, y tal vez amor, en los bajos fondos de la noche habanera. Todos los personajes estaban relacionados, de alguna manera, con el asesinato de un joven en el Parque Central, y luego aparece una serie de bien estructuradas retrospectivas que explican las circunstancias y personajes en torno al crimen.
Con una sólida estructura narrativa, fraguada en el guión coescrito por Juan Carlos Cremata y Abel González Melo, autor de la obra teatral, Chamaco se sumergía en dos temas nunca suficientemente explorados desde la gran pantalla cubana: la crisis de valores de la familia cubana y los intersticios de la doble moral, al nivel filial y social en un mundo oscuro, opresivo y sin salida, además de describir relaciones gobernadas por la manipulación, el chantaje, la violencia y el fingimiento.
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