Vídeos relacionados:
Dentro del estilo más académico, por sus colores y su composición, el cuadro titulado La muerte de Martí en Dos Ríos, fue concebido por Esteban Valderrama en 1917, y expuesto en el Salón de Bellas Artes del año siguiente.
El pintor tenía 24 años, se inspiró en el cuadro anterior La muerte de Antonio Maceo, de 1908, y partió del testimonio oral y escrito sobre el modo en que ocurrió el deceso del Apóstol, el 19 de mayo.
Lo más leído hoy:
Lo curioso es que el lienzo fue blanco de la crítica más encarnizada, y el joven pintor se sintió tan molesto y decepcionado que destruyó la tela. Solo quedaron tres imágenes de la pintura original: una en blanco y negro aparecida en la portada de El Fígaro (3 de febrero de 1918) que se reimprimió semanas después para ilustrar una entrevista al pintor, y una tricromía que reprodujo en su portada la revista Bohemia, de igual fecha.
A lo largo del siglo XX, cada vez que se quería ilustrar un trabajo periodístico sobre la muerte del Héroe Nacional se recurría a la citada foto en blanco y negro de la obra de Valderrama, y muy pocas veces se reprodujo en colores.
Solo en la época de la tecnología digital, recuperó en parte sus colores originales, o muy parecidos, el cuadro relativo a la muerte del Apóstol, la obra más reconocida de Esteban Valderrama, un pintor académico que consiguió colocarse entre los más importantes artistas de la Isla gracias a su aporte a la iconografía martiana.
En 2002, se publica una reproducción en colores del cuadro citado en Antología visual: José Martí en la plástica cubana (Editorial Letras Cubanas, 2004) mediante el paso a digital de la tricromía original, y se buscó la fidelidad al verismo del pintor, nada usual en la pintura cubana de aquel momento.
Precisamente el realismo de la pintura es uno de los elementos que más molestaron a los críticos del cuadro de Valderrama pues se muestra a Martí impactado por los disparos, ya sin control de la cabalgadura, y esa imagen resultó molesta para una crítica y un público que aspiraba a ver algo más clásico, idealizado o épico. Debe tenerse en cuenta que probablemente el cuadro fuera comparado con el estatismo solemne que domina La muerte de Maceo, de Armando Menocal.
También se criticó mucho la cabeza del Apóstol, desproporcionada en comparación con el cuerpo, pero evidentemente Valderrama se vio obligado a ello por el gran formato del cuadro original (superior a los dos metros y medio) y además, el pintor quiso resaltar el centro visual del cuadro: la frente de un hombre que en versos proféticos había querido morir “de cara al sol”.
Archivado en: