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Bastante desconocida en Cuba, más allá de las obras de Peter Jackson (El señor de los anillos) realizadas mayormente desde presupuestos de Hollywood, la cinematografía de Nueva Zelanda propone nueve largometrajes, además de la posibilidad de conversar con algunos de los realizadores cuyas obras participan en el evento.
Se planifican conversatorios con tres realizadores a propósito de dos de las obras incluidas: The Ground We Won (El terreno que ganamos o El terreno ganado), de Christopher Pryor y Miriam Smith, y White Lies (Mentiras blancas), de Dana Rotberg, que se relaciona con las llamadas mentiras piadosas a partir del personaje de Paraiti, curandera y matrona de su pueblo rural, tribal, pero debe apartarse de su oficio pues carece de licencia.
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Y si Mentiras blancas se concentra en un mundo femenino de contornos ancestrales, El terreno que ganamos es todo lo contrario pues describe la masculinidad, o la hombría, a través de la observación de los rituales de un club de rugby integrados por granjeros que intentan redimirse de un largo periodo de amargas pérdidas.
Tierra de guerreros también habla de los maoríes, pobladores originarios de Nueva Zelanda, a través de la historia de Hongi, el hijo adolescente de un jefe maorí, que debe vengar el asesinato de su padre. Superado ampliamente en número por la banda de villanos, la única esperanza de Hongi es pasar por las temidas y prohibidas Tierras Muertas y forjar una incómoda alianza con el misterioso “Guerrero”, un luchador despiadado que ha gobernado la zona durante años.
También se relaciona con la comunidad maorí, el filme Mahana, del reconocido cineasta Lee Tamahori, que se ambienta en 1960 para contar la historia de dos familias maoríes de esquiladores de ovejas, los Mahana y los Poata, antiguos enemigos y rivales comerciales. Simeón Mahana, de 14 años, es el hijo menor del hijo menor y está en conflicto con su abuelo tradicionalista, Tamihana.
Un medio mucho más contemporáneo y distendido muestra el documental Hip hop-eration, exhibido en Cuba con el título de Hip Hop de la tercera edad, pues sigue las huellas de un grupo de valientes ancianos en un viaje extraordinario para actuar en el Campeonato Mundial de Hip Hop en Las Vegas. Y lo musical también está presente en Nacidos para bailar o Born to Dance, la historia de un joven que tiene la oportunidad de hacer una audición para K-Crew, el mejor grupo de hip-hop en el país, pero lo tiene que hacer a las espaldas de su grupo local y de su mejor amigo.
Y por supuesto tampoco falta en la muestra el género biográfico, plato fuerte de todas las cinematografía en el empeño por afianzar los valores nacionales e históricos. El renacer de un campeón, o The Dark House, se basa en la vida de un carismático y brillante (pero poco conocido) jugador de ajedrez de Nueva Zelanda: Génesis Potini quien se hizo cargo como entrenador de un equipo de ajedrez para jóvenes en situación de riesgo.
Las presentaciones en la capital cubana están incluidas dentro del denominado Festival de Cine de Nueva Zelanda en América Latina, un muestra itinerante de filmes significativos que ocurre entre los meses de mayo a septiembre del 2017, en países como Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay, México y por supuesto Cuba, incluido por primera vez en el grupo.
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