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La metáfora de Cuba como “verde caimán” es de larga tradición y fácil explicación, solo que en los últimos años el verde ha ampliado su significado a partir de la creciente presencia militar en el ámbito de la economía de la Isla. Una avalancha que ha preocupado a muchos por lo que ha traído aparejado en términos de autoritarismo, y desde luego porque militarizar la economía de un país no es aconsejable en ningún caso, y mucho menos tratándose de Cuba.
Ahora bien, ¿quién tiene las manos en la masa realmente en la Isla? Sabido es que hay muchas formas de ejercer y de saborear las mieles del poder, hay quienes prefieren ser la cara visible del fenómeno, pero también existen quienes apelan a un relativo anonimato que, no obstante, acaba siempre por salir a la luz.
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No son pocos los que opinan que esos “poderosos" que actúan desde las sombras, y bajo plena discreción, son los verdaderamente peligrosos; los que ostentan el poder sin alardes pero con un elevado grado de efectividad.
De ahí que en los últimos años las siglas GAESA ―Grupo de Administración de Empresas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (el conglomerado empresarial más potente de la Isla)― y el nombre Luis Alberto Rodríguez López-Callejas (yerno de Raúl Castro, ascendido a general de brigada en 2014), hayan pasado a presidir el listado de cualquier investigación que indague en los verdaderos entresijos de la economía cubana.
Cuentan que López-Callejas es esquivo a las cámaras de fotos y de televisión, y un reporte del diario español El País lo describía hace algún tiempo como “misterioso y eficaz administrador” que “trabaja y vive en la penumbra, sepultado por informes económicos y confidenciales, tratando de separar el grano de la paja entre los dosieres y proyectos amontonados en su despacho”.
De López-Callejas se sabe poco, eso sí, el “presidente de la corporación uniformada controla las principales cadenas de distribución de la Isla, las playas de Varadero, las parcelas edificables, las concesiones hoteleras y la conversión del puerto de Mariel en un emporio de contenedores y servicios, con miles de millones de dólares de inversión extranjera”.
Datos del último trimestre del 2015, citados por Bloomberg, citaban que más del 70 % del comercio minorista en dólares en Cuba era dirigido por Luis Alberto Rodríguez López-Callejas.
Si nos remontamos atrás, hay que recordar que desde que en el 2008 Raúl Castro asumiera la presidencia, el control de la economía nacional pasó a manos de los militares, así que el romance de los militares cubanos con la economía de la Isla se acerca a la década de existencia. Hasta la poderosa CIMEX pasó a ser dirigida por GAESA, lo que supuso que el conglomerado empresarial triplicara su tamaño.
Posteriormente, GAESA absorbió todos los bienes de la empresa Habaguanex, enclavada en la Habana Vieja y hasta entonces dirigida por la Oficina del Historiador de La Habana, Eusebio Leal Spengler. De ese modo, GAESA pasó a administrar también cerca de un centenar de establecimientos comerciales de venta minorista en dólares, 21 hoteles y hostales y una amplia red de cafeterías y restaurantes.
¿Cómo ha encajado esa realidad económica de Cuba la nueva administración norteamericana? En los últimos meses, varios miembros del equipo de Gobierno del presidente Donald Trump han avisado que desde Washington se estaba estudiando el camino a seguir con la Isla.
Tanto el Portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, como otros miembros del Gobierno, habían avisado que el nuevo camino traería mayor restricciones en ciertas áreas y así, entre aviso y aviso, parece haber llegado el gran día, este viernes 16 de junio, en que se espera que Trump anuncie, entre otras cosas, que EE.UU. no realizará negocios con empresas que representen a militares cubanos.
Claro que, a la vista del peculiar caso que nos ocupa, semejante restricción llevará a un potente recorte de las restauradas relaciones económicas entre Cuba y EE.UU. ¿Por qué? Pues porque una elevada cifra de negocios pasan en la Isla por manos militares.
Todas las pistas han llevado a Trump hacia GAESA, y es un hecho que el nuevo presidente norteamericano se niega a que el Gobierno que él representa acabe engrosando las arcas de los militares cubanos, a los que considera beneficiarios reales de buena parte del volumen de negocios hecho bajo esas siglas.
Hace pocas horas, un funcionario de la Casa Blanca, bajo condición de anonimato, declaró que el propósito era eliminar aquella parte de las relaciones económicas "que enriquecen a personas de las Fuerzas Armadas y a los servicios de seguridad que juegan un papel central en la represión" en Cuba.
El senador cubanoamericano Marco Rubio, por su parte, está satisfecho porque Donald Trump, su otrora férreo contricante en la carrera hacia la Casa Blanca, ha seguido su consejo, y revertirá parte importante de la política del expresidente Barack Obama hacia Cuba.
La pregunta ahora es cuál será la próxima jugada del Gobierno cubano ante este nuevo giro que toma la situación económica en la Isla.
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