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A la Sala Adolfo Llauradó regresa la puesta Le Chavalier Brindis de Salas, que se acerca a la trágica vida de uno de los músicos cubanos más famosos de todos los tiempos: Claudio José Domingo Brindis de Salas Garrido. Teatro Buendía continúa así con un ciclo de grandes personalidades de la cultura y la historia de Cuba, discriminados por ser negros.
Se trata de una puesta en escena dirigida por Eduardo Emil y Jorge Enrique Caballero, este último también autor del guion y principal figura en esta puesta en escena que rememora los miedos y prejuicios que acompañaron instancias biográficas como los inicios en el violín, el primer concierto a las once años, y su relación con su padre quien siempre lo incitó a irse de Cuba y finalizar sus estudios en el extranjero.
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Brindis de Salas dio conciertos en París, Berlín, Londres, Madrid, Milán, Florencia, San Petersburgo, Viena, Caracas y Buenos Aires. Ignacio Cervantes lo bautizó como la esperanza musical de Cuba; en Prusia recibió la orden de la Cruz del Águila Negra, en Francia la Legión de Honor y el káiser Guillermo II lo nombró Barón de Salas.
Le Chavalier Brindis de Salas presenta los desgarramientos del exiliado, en tanto siempre quiso regresar a una patria donde fue sistemáticamente marginado por el color de su piel. Los triunfos, la fama y los aplausos tampoco lograron llenar el vacío dejado por el abandono de la inspiración.
Una puesta minimalista coloca sus acentos solo en la actuación protagónica de Jorge Enrique Caballero, los juegos de luces, y la presencia de un imprescindible violinista todo el tiempo sobre la escena.
El famoso violinista creció rodeado por una familia musical que desde muy temprana edad impulsó su gusto por el violín. Su padre fue un notable violinista y contrabajista que destacó en particular como director de orquestas, el más alto galardón a que podía aspirar un músico de su clase, de su raza y de su tiempo en Cuba. El padre era “hermano de leche” del que fuera Conde de Casa Bayona, razón suficiente para que creciera protegido por una de las familias cubanas de más alto linaje, la cual no dudó en cuidar de su instrucción.
La exitosa carrera internacional de Brindis de Salas concluyó en 1911 en Ronda, España, donde ofrece su último concierto en el Teatro Espinel. Fue enterrado en una fosa común de Buenos Aires, hasta 1930 cuando sus restos son llevados a Cuba para ser depositados en el Panteón de la Solidaridad Musical de La Habana. Actualmente sus restos descansan en una lápida ubicada en la Sala de conciertos de la Iglesia de Paula, en La Habana Vieja.
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