En la Cuba que se adviene será inevitable en algún momento permitir la incursión de partidos políticos, aunque más por actualización y conveniencia que por presión interna, que no la hay, lo cual lejos de ser inocuo para los camajanes sexagenarios del poder hasta les puede granjear aire fresco y nuevos límites a la permanencia de los herederos.
El cubano de a pie está completamente al margen de la política participativa, real transformadora, le es ajena hasta el punto que ni la desea, ni forma parte de sus aspiraciones, sesenta años han dejado la sensación de que la “política” es algo en lo que no se participa de ninguna manera que no sea asintiendo las propuestas para ser aprobadas o vociferando contra los enemigos diseñados desde el poder. Y nada más. El resto es paisaje o mucha doble moral y pasada la hora del paripé, salir a meter el pecho para ganase la vida.
Sesenta años han dejado la sensación de que la “política” es algo en lo que no se participa de ninguna manera que no sea asintiendo las propuestas para ser aprobadas o vociferando contra los enemigos diseñados desde el poder
En los años 70 y 80 casi nadie reivindicaba elecciones libres, la gente estaba interesada en mayor participación de los distintos actores sociales en las decisiones, en el plan artístico cultural, informativo, productivo, etc. sobre el fin de la década de los 80 más ligados al espíritu tibio de Glasnot Y Perestroika y los menos frugales y más conscientes estaban más en la línea de los cambios propuestos por Lech Walessa o Vaclav Havel.
Con muchísimo menos que pedir elecciones libres desaparecías del mapa de tal manera que hasta la familia se contentaba con la versión de que, de repente, sin avisar a nadie ni recoger ropa ni despedirte, habías decidido irte a combatir a Angola y por eso regresaste en un cajón.
Pero con nuestras tímidas reivindicaciones de la vida cotidiana a través de medios de expresión de descontento más que eficaces en la transformación de algo, las pequeñas rebeldías que nos podíamos permitir según el grado de conciencia, inconciencia o valor, si nos hubiesen dado el panorama actual cubano lo habríamos aprovechado infinitamente más que la población actual, habríamos leído los programas, nos habríamos enterado en las tertulias de poesía de pintura, de qué es cada asociación y qué propone, quiénes sus representantes, aunque fuese entre ron y semi conciertos de rock, o de la Novísima trova o de salsa, habríamos preguntado de qué elementos se nutrían unos y otros; pero hoy que en la inmensa mayoría de la población terminó fraguando el hipotálamo colectivo que se estaba cimentando, sencillamente les interesa un pepino.
Por un lado hasta parece sano, no aguantaban más adoctrinamiento y la ausencia total de esperanzas e ilusión como combustible para echar a andar toda maquinaria social; una respuesta rotunda, de tan sioncronizada casi parece meditada y acordada en el subconsciente colectivo con alto grado de irreverencia abúlica, aunque no enfrentamiento al poder.
Hace poco en un debate sobre el Che les decía a los amigos y los no tanto que discutían conmigo, que acaso la mayor de las venganzas que esté esgrimiendo la Nueva generación de jóvenes en Cuba, o sea, ese tan prefabricado deseado y cacareado Hombre Nuevo, sea que les importa un reverendo rábano cualquier cosa acerca del Che, Camilo, Mella, Fidel, sus abuelas y todas sus parentelas.
acaso la mayor de las venganzas que esté esgrimiendo la Nueva generación de jóvenes en Cuba sea que les importa un reverendo rábano cualquier cosa acerca del Che, Camilo, Mella, Fidel, sus abuelas y todas sus parentelas
Se les pone un altavoz a todo volumen que emane esos ensamblajes cubistas, ruidosos más que sonoros, que con una impertinencia hasta respetable se sirvieron de un género genuino y precioso como el reggae, para apadrinarse con un sucedáneo a sí mismo y asaltar el resto de materia gris que quedaba con un sub meta género del peor de los gustos, y se les pone una pipa de un ron al lado de la que el alcoelite o la gualfarina que tomábamos en otros años de emergencia serían un elixir para sibaritas, y son felices.
Les da igual si se queda con Cuba Alejandro Tres pelos, Tony y sus vacilones, Mariela Omelette o Batman y Robin disfrazados por el revolucionario Lagerfeld.
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