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Hace unos meses, exactamente en abril, los medios cubanos recordaron el 150 aniversario del natalicio de Sindo Garay (nacido en Santiago de Cuba, con el nombre de Antonio Gumersindo Garay García, el 12 de abril de 1867) uno de los cantautores más geniales e influyentes de la música cubana.
Y como se ha hablado mucho de los enormes méritos musicales, de la riqueza melódica y armónica, de canciones como La tarde, Retorna, Tormento fiero, Amargas verdades y Ojos de sirena, entre muchas otras, más vale recordar ahora el cambio trascendental, en cuanto al tratamiento de la figura femenina, que significan un par de canciones memorables de Sindo Garay.
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Según la investigadora Margarita Mateo Palmer, Sindo compuso, en 1916, la canción Mujer bayamesa, “portadora, sin dudas, de una de las visiones más legítimas de la mujer que nos legara la trova tradicional (…) en la cual el trovador quiebra esquemas de discriminación sexual y ofrece un ángulo diferente de la mujer”.
Después de referirse a la delicadeza y sensibilidad de la mujer en versos como “lleva en su alma la bayamesa, tristes recuerdos de tradiciones, cuando contempla sus verdes llanos, lágrimas vierte por sus pasiones”, Sindo describe la capacidad de la mujer cubana para igualarse con su pareja en la consecución de altos ideales: “Ella es sencilla, le brinda al hombre, virtudes todas y el corazón, pero si siente de la patria el grito, todo lo deja, todo lo quema, ese es su lema, su religión”.
De esta manera, Sindo le confería al personaje femenino una grandeza que está ausente en otros retratos femeninos, idealizados, de la trova tradicional, pues esta mujer bayamesa se crece, y adquiere una relevancia patriótica y moral por encima del habitual papel de musa romántica.
En Perla marina asistimos al símil que iguala la belleza de la mujer, primero, con una perla escondida entre corales, y luego la comparación se establece con el “celaje tierno, de allá de Oriente, tierna violeta, del mes de abril”, en una enternecedora admiración de la muchacha, el brillo perlado de la joya y la tranquilidad fugaz de los nublados.
Poesía inspirada, sencilla y hermosa la que escribió Sindo, y han cantado miles de cubanos. Música y letra que pueden salvarnos, siempre, de algunos excesos de machismo y vulgaridad gritados por el reguetón, la bachata, la timba… géneros en los cuales, en ocasiones, abunda el sexismo y una imagen limitada y discriminadora.
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