Actualmente pasa todos los días por Cubavisión, o casi todos los días, una promoción televisiva que invita a los jóvenes a presentarse como policías. Hace treinta y tantos años ocurría lo mismo, cuando las Fuerzas Armadas Revolucionarias reclutaron jóvenes que luego participaron en la guerra de Angola.
Todo aquel proceso de participación de los jóvenes, en el ejército primero, y en la guerra de Angola después, siempre a nombre del futuro y del patriotismo, se describe en una serie considerada un clásico de la Televisión Cubana, una serie consistente en nueve capítulos de una hora cada uno, una serie que supo combinar la propaganda humanística de los valores revolucionarios, y también prestarle atención a los matices personales, las dudas, los romances, la discriminación y los prejuicios, las rebeldías de este o aquel personaje.
Mucho antes de que se consagraran en el cine, los actores y actrices de Algo más que soñar representaban el talento más fresco y prometedor llegado del Instituto Superior de Arte: Luis Alberto García e Isabel Santos, tres años antes de Clandestinos; Rolando Brito que luego alcanzaría espléndidos triunfos en otros papeles televisivos; Enrique Álvarez (luego cineasta respetado); Beatriz Valdés cuatro años antes de La bella del Alhambra y un año después de Los pájaros tirándole a la escopeta, y Patricio Wood (que contaba con notable popularidad en tanto ya había protagonizado El brigadista y Guardafronteras).
Y al protagonismo de los actores y actrices más jóvenes se vio “reforzado”, como ocurre en casi toda telenovela que se respete, por consagrados como Manuel Porto, Miguel Navarro, Martha del Río, la sorpresiva presencia de Miriam Ramos, Obelia Blanco y Luis Alberto Ramírez, entre muchos otros.
Luego de sus inicios en el ICAIC, Eduardo Moya se radicó en la televisión ante el llamado del Partido por la emigración hacia Estados Unidos de técnicos y especialista. En la pequeña pantalla obtuvo su primer éxito dirigiendo el osado programa musical Mientras tanto, cuyo ánimo experimental y propenso a los modernismos en el estilo de los Beatles, le valió la cesantía momentánea y la censura no solo a él, sino también al conductor y principal intérprete, un jovencísimo Silvio Rodríguez.
A principios de los años setenta, Moya logró combinar los códigos del cine de aventuras con la propaganda política en favor de la lucha antidictatorial de los tupamaros cuando dirigió Los comandos del silencio, que contó con un célebre tema musical de Silvio cantado por Sara González, Un hombre se levanta.
Algo más que soñar, al igual que Mientras tanto y Los comandos del silencio hablaba de rebeldías y consagraciones juveniles, pero a partir de un lenguaje muy contemporáneo, pues fue grabada completamente en exteriores, y contó con amplio presupuesto en el cual, evidentemente, hubo contribución de los recursos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, muy necesarios a la hora de recrear batallas y utilizar pirotecnias y armamentos.
En el aspecto musical, se escuchaban varias canciones de Pablo Milanés que alcanzaron inmediato éxito: Ya se va aquella edad y No ha sido fácil, muy bien recordadas hasta hoy, y que contribuyeron con el aire nostálgico de la teleserie. El guion fue escrito por el propio Moya en colaboración con Eliseo Artunaga, Roberto Díaz y Enrique de la Uz.
Algo más que soñar es un clásico de la televisión cubana, y el audiovisual realizado en la Isla, porque si se vuelve a ver, y el espectador se aparta del cinismo o del posible desencanto, podr entender aquella época, y comprobar la inocencia, la fe en el futuro y el sacrificio de toda una generación de cubanos dignos y valerosos.
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