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El director Tomas Gutiérrez Alea, el cineasta cubano más importante en la historia del país, será homenajeado el 2 de agosto en la ciudad de Miami en un encuentro en el que participarán actores de varias de sus cintas más icónicas, como Francisco Gattorno (Fresa y Chocolate) y Miguel Paneke (Cartas del parque).
Autor de un cine crítico y polémico que abordó sin cortapisas la realidad cubana, Alea (La Habana, 1928-1996) alcanzó su consagración desde los años 60, cuando estrenó la película Memorias del Subdesarrollo, una obra maestra del cine mundial.
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Basada en una novela del escritor Edmundo Desnoes, quien participó en la escritura de guión con Alea, Memorias del subdesarrollo "narra el derrumbamiento moral de un intelectual burgués que rechaza el exilio a Miami y permanece en la Isla tras el triunfo de la revolución sin conseguir integrarse en ella", señaló una nota de Centro Cultural Español de Miami (CCEMiami), donde se celebrará el homenaje al destacado cineasta.
"Memorias del subdesarrollo supone un fuerte aldabonazo para la sociedad cubana en un momento de gran efervescencia cultural y coloca a Gutiérrez Alea como uno de los más importantes cineastas latinoamericanos de todos los tiempos y uno de los intelectuales de más peso en la Cuba revolucionaria", agregó el mensaje del CCEMiami.
Tras el triunfo de Fidel Castro, Alea se mantuvo en Cuba desarrollando un cine de gran clase intelectual y fue uno de los promotores de la fundación del Instituto del Arte e Industria Cinematográficos.
Alea se graduó en derecho en la Universidad de La Habana y más tarde estudió Dirección cinematográfica en el prestigioso Centro Sperimentale di Cinematografia de Roma, donde tuvo como compañeros de estudios a Julio García Espinosa, con quien luego filmaría el documental El Mégano, otra pieza cumbre del cine cubano.
Si bien Memorias del subdesarrollo es considerada su obra maestra, Alea alcanzó una elevada repercusión mundial con la filmación junto a Juan Carlos Tabio de la polémica cinta Fresa y Chocolate, cuyo estreno en 1993 causó un enorme revuelo en diferentes clases del país al destapar el drama que vivían varios sectores de la sociedad cubana.
La película, nominada a los premios Oscar, narra las relaciones de amistad entabladas entre un joven revolucionario militante de la Unión de Jóvenes Comunistas, interpretado por Vladimir Cruz, y un artista homosexual y crítico con el gobierno, un papel a cargo de Jorge Perugorría.
La película, que además puso a muchos frente a sus propios prejuicios políticos y sociales, fue un llamado a la tolerancia entre todos los cubanos en medio de uno de los momentos más difíciles en la historia del país.
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