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Lado a lado sale al aire los martes, jueves y sábado, mientras que En tiempos de amar se programa lunes, miércoles y viernes, ambas por Cubavisión y a las nueve de la noche, excepto los días en que algún acto político altera la programación completa.
La brasileña tiene mayor duración por capítulo, y se trata de una suntuosa y detallista reconstrucción histórica de Río de Janeiro a principios del siglo XX, mientras que la cubana tiene larguísimas presentación y despedida, y en resumen son capítulos de unos veinticinco o veintisiete minutos, relacionados con temas contemporáneos como la escasez de vivienda, la falta de incentivo de los jóvenes para estudiar, el alcoholismo o el desvío de recursos en empresas turísticas, en tanto telón de fondo de la trama telenovelera, folletinesca y melodramática.
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La brasileña se produjo y estrenó en 2012, y dispuso de un equipo importante de guionistas (cuatro hombres y cuatro mujeres) supervisado por el veterano Gilberto Braga, y con dirección de Dennis Carvalho (Insensato corazón).
La cubana se produjo el año pasado y se estrenó en este, luego de una gran pausa temporal durante la cual los dramatizados cubanos de este corte estuvieron ausentes de la pantalla debido a insuficiencias productivas. También se escribió colectivamente, por un equipo de guionistas (Eurídice Charadán, José Víctor Herrera, Serguei Svoboda y Alberto Luberta) que están ganando en profesionalidad y dominio del género, mientras que la dirección se confió a Ernesto Fiallo (La otra esquina).
La brasileña reflexiona sobre los orígenes del Brasil moderno con la emancipación femenina, la influencia afro luego de la abolición de la esclavitud, el nacimiento del fútbol y de la samba, de las favelas y la idiosincrasia nacional, mientras que la cubana habla de Cuba hoy, y también contrapone buenos y malos de acuerdo con la más rancia tradición telenovelera, dentro de esquemas dramáticos cuya funcionalidad está demostrada.
En el bando de los buenos, la telenovela brasileña presenta dos parejas románticas (encarnadas por estrellas televisivas como Marjorie Estiano, y Thiago Fragoso, Camila Pitanga y Lázaro Ramos), con el antagonismo de malísimos, malvados de telenovela, como los que interpretan Patrícia Pillar, Alessandra Negrini, Caio Blat y Rafael Cardoso, mientras en la cubana hay una malvada que vale por mil, y es la esposa de uno de los hermanos miembros de la familia protagónica.
La producción brasileña ganó varios Emmy como la mejor telenovela del mundo en 2013. La cubana no ha competido ni competirá en tales foros, aunque cuenta con una parte de los mejores profesionales, actores y actrices de los que se han quedado en Cuba batallando con los bajos salarios y la falta de oportunidades. De todos modos, la escasez de recursos salta a la vista en la pobreza escenográfica de los interiores, y en la menesterosa visualidad de la puesta en escena, aunque el elenco casi en pleno, los guionistas, el director, los músicos implicados, y el personal técnico hayan realizado una labor casi heroica para entregar un producto decoroso.
La única y gran ventaja de la telenovela nacional es que le habla al espectador sobre su cotidianidad, y se sabe que a los cubanos les agrada, en mayoría, que las telenovelas nacionales reflejen sus problemas, sin demasiada sordidez o pesimismo.
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