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Corría la temporada beisbolera 1991-92. El Señor Pelotero, Luis Giraldo Casanova, perseguía su jonrón 300 de los 316 que finalmente conectó.
Paseó su elegante figura por estadios del Oriente del país y su famoso batazo no ocurría y esta cubana, que estaba realizándole un documental, oraba noche por noche (entonces se jugaba en horarios nocturnos como todos recordaremos) porque fuera el Latinoamericano el escenario, digno escenario para tal hazaña.
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Es cierto que sería frente a un lanzador azul, de mis queridos Industriales, pero, ¿qué se le iba a hacer?
En el Coloso del Cerro yo contaba con el inapreciable apoyo de Ángel Melis, mi camarógrafo de tantos años; o sea, tenía asegurada la mejor fotografía.
Aquella noche la dirección giraldilla optó por abrir con uno de sus pitchers más efectivos, el diestro Jorge Fumero, pero de nada valió.
El Señor Pelotero, de línea por el left field, llegó a la añorada cifra de los 300 cuadrangulares, pero ¡no crean que hoy voy a entrevistar a Luis Giraldo!
Dialogaremos con el que también guarda en su corazón ese momento, pues fue a él al que el pinareño le sacó la pelota del parque. Me refiero a Jorge Francisco Fumero, que desde ya les adelanto menciona ese como uno de sus peores momentos, aunque nunca deja de reconocer al increíble bateador que ha sido Casanova.
“Yo no tuve tiempo ni de reaccionar, fíjate cómo salió esa pelota del bate. De todos mis momentos, ese nunca lo podré olvidar. ¡Y tú dando brincos por tu documental! Recuerdo que te queríamos matar en el banco. Pero no, después todo se aclaró. Lázaro de la Torre estaba muy bravo contigo, ¿recuerdas? Tú festejando al contrario”.
Han pasado unos años, 25 para ser exactos, y yo también guardo en mi memoria ese recuerdo. ¡Cómo que los azules no me querían ni ver!
Pero jamás Jorge Fumero se disgustó conmigo. Siempre entendió que yo era imparcial y que ese batazo pasaría a la historia y él, quisiéralo o no, era uno de los protagonistas.
“Pero para llegar a ese instante, tuve que recorrer un buen camino. Nací en agosto de 1964, hijo de Emeterio y Otilia. A la edad de 9 años entré por vez primera a un terreno beisbolero, el Frank d'Beche, en el municipio capitalino de Guanabacoa. Franklin fue mi primer entrenador.
“Siempre amé al béisbol, aunque no te niego mi inclinación por el polo acuático, pero nunca tuve oportunidad de practicarlo.
“No soy de la pirámide del alto rendimiento. Prácticamente salí de la escuela de la calle. Me gané poco a poco lo que logré en la pelota cubana.
“Mi debut en las SNB fue en el 1988, en la trigésima edición, con el segundo equipo de la capital, Metropolitanos. Ya en mi segunda temporada logré atraer la atención con mis resultados: 1,44 promedio de carreras limpias con el que encabecé ese importante departamento en el campeonato.”
Tres años después fue llamado a formar filas en la escuadra azul. En la SNB del 93-94, vistiendo la franela de los Industriales, fue el líder en ganados y perdidos con 9 y 0.
“Estaba en el staff del Habana de Servio Borges que ganó la Selectiva de 1990 así como en el Industriales que se impuso en la Serie Nacional del 1994. En la temporada 95-96, mi aporte condujo a Industriales a clasificar para los plays off.
“Fui líder en juegos lanzados con 27 y en promedio de efectividad con 1,94. Fui seleccionado el jugador más valioso, tanto de la etapa clasificatoria como de la post temporada.”
Recuerdo aquel 1996, año olímpico. Atlanta esperaba a la familia deportiva de los 5 continentes. La pelota estaría por segunda ocasión en Juegos Olímpicos tras su debut 4 años antes en Barcelona.
Jorge Fumero tuvo otra relevante labor en la contienda beisbolera nacional al punto de ser el líder en juegos relevados con 27; balance de victorias y reveses: 19 y 8, siendo el más valioso del equipo.
“Estos resultados me condujeron a integrar el CUBA nada menos que para la cita de los 5 aros en la norteña Atlanta.”
Esos juegos, entre los seis a los que asistí, fueron los que se desarrollaron en un verdadero estadio de béisbol que sirvió de sede hasta ese mismo año en la MLB a los Bravos de Atlanta (Posteriormente fue derribado para construir uno más moderno).
“Atlanta resulta imborrable. Para cualquier deportista es lo máximo alcanzar la gloria olímpica; con solo tomar parte en unos Juegos Olímpicos ya uno siente una satisfacción plena.
“Y más en mi caso que, primero retuvimos el cetro ganado en Barcelona 92, y segundo, yo colaboré en 2 triunfos, un salvado contra el fuerte elenco de Sudcorea y una victoria sobre Italia como abridor. Ese evento y mis títulos nacionales son momentos felices de mi carrera.”
Al comienzo hablábamos de un mal recuerdo, pero el jonrón 300 de Casanova no ha sido el peor para el lanzador de San Miguel del Padrón.
“Mi peor momento fue en el 1992, cuando Villa Clara nos dejó al campo estando yo encaramado en el box azul. Primero fue un doble de Ariel Pestano, casi un niño, y luego 'una chiringuita' detrás de segunda de Michel Perdomo.
“También recuerdo con mucho dolor cuando me dejaron fuera de la preselección nacional estando yo en buena forma y habiendo rendido. Claro, esto no me pasaba a mí solo.”
Como capitalino de pura cepa y amante del buen béisbol, Jorge Fumero siempre sintió el orgullo de vestir la casaca del equipo insignia de la pelota cubana, Industriales.
“Éramos una familia, compartíamos los buenos y malos momentos; nos dábamos aliento los unos a los otros; siempre estábamos en el juego, nos ayudábamos.
“Los entrenadores eran muy buenos técnicamente pero además eran padres que nos preparaban para la vida, más allá del terreno de juego.”
Aún joven, tras 11 Series Nacionales, Jorge Francisco Fumero se retiró de la pelota cubana con balance de 53 victorias, 35 reveses y 26 juegos salvados así como promedio de limpias de 3, 99 y 335 ponches, en un total de 284 desafíos.
Jugó 4 temporadas con Metros, 5 con Industriales y 2 con el Habana (Habana campo) de Rigo Blanco.
“Jugué además en México, Club de Campeones; Nicaragua y Colombia con contratos; Francia, Holanda (Torneo Interpuertos de Rotterdam)”
Ante la pregunta sobre quiénes deberían, según su criterio, integrar el equipo ideal de todos los tiempos, en este caso del béisbol, responde:
“Mi equipo TODOS ESTRELLAS lo integran Orestes Kindelán como designado; Juan Castro, receptor; Agustín Marquetti, Rey Vicente Anglada, Germán Mesa y Omar Linares en el cuadro; Luis Giraldo Casanova, Víctor Mesa y Lourdes Gourriel en los jardines. Lázaro de la Torre, lanzador derecho; José Modesto Darcourt, zurdo y Euclides Rojas, relevista. Director: Jorge Fuentes.
“Con muchos de ellos jugué y te puedo decir que me enorgullezco de eso. Me preguntaste sobre qué era lo que más me gustaba al lanzar. Pues me gustaban los momentos difíciles, probarme, resolver con efectividad una adversa situación.
“Me caracterizaba el control, lo mismo cuando abría que cuando relevaba. Lanzaba en la zona baja. Aprendí que para ser un buen apagafuegos hay que poseer un buen control, dominar tus envíos, dominar la técnica y tener un pensamiento táctico según el bateador que tuvieras enfrente.
“Me gustaba abrir al principio pero después le tomé el gusto a relevar.”
Como otros muchos deportistas cubanos, Jorge Fumero trata de mejorar su vida y la de los suyos trabajando en el exterior, en este caso en Italia.
“Lo que conozco se lo transmito a las nuevas hornadas del béisbol italiano en Firenze. Llevo 2 años aquí. Es una linda experiencia. He tenido alumnos muy aventajados y eso me enorgullece. Solo transmito lo aprendido en la escuela cubana de béisbol, a la que siempre estaré agradecido.”
Cuando recuerdo a Jorge Fumero veo al mulato bien parecido, espigado, de buen gusto al vestir.
“Sigo igual. Me gusta la ropa Adidas aunque, por supuesto, en las ocasiones visto la ropa clásica. Uso el mocasín en esos casos. Mi perfume es el Michael Jordan.”
Jorge Fumero, tras concluir su contrato, regresará a La Habana para reincorporarse a sus labores como entrenador en su municipio natal de San Miguel del Padrón, contento por estar de nuevo entre los suyos, su esposa, su hija, pero con un malestar interno que no puede aceptar.
“Mira el hecho es que yo, como campeón olímpico en Atlanta, me gané el derecho a que me den un carro al igual que el resto del equipo. Tengo entendido que soy yo el único que no lo tiene. Sabes lo necesario que es en Cuba un auto y yo me lo gané. Me han golpeado mucho con promesas y engaños. Soy pacífico por naturaleza pero no soporto los engaños.”
Creo que en su lugar, todos estaríamos igual. Ojalá y esta situación pueda ser arreglada por la actual dirección del INDER.
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