Si Santiago de Cuba es la Capital del Caribe con todas sus singularidades, y la Fiesta del Fuego es el momento donde más se irradia esa explosión de calor y colores, la Steel Band del Cobre podría ser, sin dudas, uno de los sonidos que más identifica a esta región del continente americano. Cerca de tres décadas de existencia ameritan esa distinción, y la convierten, además, en la orquesta de acero más antigua del país.
No hay otra manera de darle crédito a lo que los oídos escuchan y los ojos ven. Hay que deleitarse de cerca porque de otra forma es imposible creer que exista ese arte: el oficio de dioses de sacar música de ángeles de enormes piezas metálicas. Los instrumentos de acero reluciente no dan, ni por asomo, una pista del sonido que llegan a producir.
De cerca, la Steel Band del Cobre puede llegar a ser ensordecedoramente molesta. Montados en un camión, en medio de la ceremonia de la Quema del Diablo, en la Fiesta del Fuego, es una delicia entre tanto bullicio, algo así como un soplo de cultura caribeña. ¿Dónde está todos los cables, micrófonos y bafles, que maximizan tan singular sonido? Nadie los ve porque no los usan, no los necesitan, la combinación de fuertes golpes al metal es pura música, una fuerza tremendamente vibrante.
Se dice que solo existen dos grupos de este tipo en Cuba. La Steel Band del Cobre se creó en 1987 con unos tambores llegados desde Trinidad y Tobago, por iniciativa del desaparecido intelectual y director de la Casa del Caribe, Joel James Figarola.
Desde entonces han sido seducidos con su arte el Papa Benedicto XVI, un presidente de República Dominicana y diplomáticos de diferentes naciones. Además, el toque es la invitación al disfrute entre los lugareños de este sitio, que son el público más agradecido en medio de un pueblo que se mueve más hacia el comercio de figuras y objetos religiosos que hacia cualquier otra vocación.
Si esta locación, que es un sitio bendecido por la religión y la naturaleza, tiene al santuario de la Virgen de la Caridad, las minas y el pasado rebelde del esclavo devenido cimarrón, en la actualidad ha sumado la Steel Band, que bien puede ser considerada otro símbolo cultural de la de la región.
Una sonoridad similar a la marimba, que de tan única parece por momentos imposible convertirse en algo universal, no le impide versionar algunas de las obras y compositores más famosos de todos los tiempos.
De la increíble coordinación y armonía de los toques han salido nuevas reinterpretaciones del Ave María de Shubert, muchas de las obras escritas por Juan Formell, de Bob Marley, The Eagles, The Beatles, Marc Anthony, algunas baladas de Benny Moré, temas clásicos del panorama sono de Estados Unidos, o de la trova cubana y de intérpretes como Pablo Milanés… Han participado, además, en los carnavales de Brasil y han visitado a Trinidad y Tobago.
Hoy la Steel Band del Cobre, más que orquesta, ha devenido proyecto e institución cultural pues mantiene, a través del siempre noble trabajo con los niños de la comunidad, la vigencia de un arte joven pero que sin dudas se avizoran años de vida y arraigo.
Del acero a la música: el frenético ritmo de Hermes Ramírez
Hermes Ramírez Silva ve en el frío metal la calidez de la música. Él no mira los instrumentos o los intérpretes cuando brota el arte. Prefiere escuchar la sonoridad, descomponerla, analizarla, ver qué falta o que sobra en el empaste de sonidos… difícilmente, cuando dirige la Steel Band, observa el rostro de los músicos. Definitivamente prefiere escuchar.
Con los ojos cerrados empieza a alzar los brazos, hace muecas, señas, parece el director de un grupo de jazz por la manera en que se comunica con sus músicos, son casi tres décadas y eso se siente.
De pronto da la media vuelta, se vira, se contorsiona, eleva los brazos y los baja con tremenda fuerza, verlo dirigir el espectáculo es un tremendo gozo. Él, sin dudas, forma parte del show con sus movimientos erráticos, alocados, sinceros… Lleva el ritmo en su cuerpo, él dirige con todas sus extremidades porque es una gran batuta.
“La Steel Band del Cobre cumple 30 años este 18 de octubre, y creo que ya es un símbolo del Cobre, de Santiago y de Cuba”, asegura Ramírez y acota que “le da renombre al Cobre, porque ya no solo se habla de la iglesia, de la mina y del cimarrón, también se habla de la Steel Band”.
Según este conocedor del patrimonio sonoro santiaguero, quien por más de una década integró como bajista la emblemática orquesta Chepín Chovén, “si algo distingue a la Steel Band del Cobre es su repertorio que es bien cubano y muy variado a la vez, al mismo tiempo incluimos piezas internacionales y todos los géneros, esa es la forma en que no cansamos a la gente”.
“Me he dedicado a estudiar esa parte por dos razones, porque son instrumentos «amarimbados», con un timbre metálico, que cuando uno toca calipso, calipso, calipso, llega un momento que se satura el oído humano, y toda la música te parece que es la misma… por eso la Steel Band del Cobre se propuso trabajar todos los gustos y todos los géneros, desde el mambo, el calipso, la balada, pasando por los danzones, el mambo, el chachachá… porque es un instrumento tan vibrante que hay que encontrar maneras de suavizarlo al oído humano”.
La Steel Band del Cobre se propuso trabajar todos los gustos y todos los géneros, desde el mambo, el calipso, la balada, pasando por los danzones, el mambo, el chachachá
Aunque desconocido por muchos, porque realmente no llega a ser una agrupación en extremo popular –lamentablemente–, la Steel Band tiene algo en su sonoridad que realmente seduce, y por la armonía de sus toques, uno siente estar en el Caribe, aunque viva en una nación del área, como Cuba, nunca se siente uno más caribeño que cuando escucha esta música.
“El Caribe vive completamente en la Steel Band, nunca nos hemos apartado nunca de la música caribeña, del calipso, de la soca y de los ritmos cubanos”, sentencia Ramírez, y realmente la Fiesta del Fuego es testigo y plaza indiscutible de su arte.
¿Qué opinas?
COMENTARArchivado en: