Autista y sordomuda: el arte de la cubana Misleidys Castillo abre una ventana a su mundo

Al principio, en sus diseños siempre plasmaba figuras masculinas, toscas y musculosas, algo condicionado por el abandono de su padre cuando era niña.

artista cubana © Rierastudioart
artista cubana Foto © Rierastudioart

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Este artículo es de hace 7 años

La Habana, 30 ago (EFE).- La cubana Misleidys Castillo en su largo peregrinar por consultas médicas desde pequeña, tenía por costumbre quitar los bolígrafos a sus médicos para dibujar sobre sus recetarios. Primero fueron rayas, luego animales, hasta llegar a las toscas y musculosas figuras humanas que pinta en la actualidad.

Autista y sordomuda de nacimiento, Misleidys recurrió desde niña al dibujo y la pintura como su única forma de expresión, una necesidad vital de comunicación que hoy, a punto de cumplir 32 años, es una obra artística consagrada que se expone en museos y galerías.


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Después de participar en varias exposiciones sobre "art brut" (de artistas con enfermedades mentales), Misleidys inaugurará en octubre una muestra en la Fábrica de Arte de La Habana, y en marzo de 2018 sus obras recalarán en el Frost Museum de Miami; además de integrar desde 2014 la nómina de artistas de la galería parisina de Christian Berst, coleccionista de este tipo de arte.

Sus obras también decoran las paredes de su casa en Alamar, un humilde barrio a las afueras de La Habana, donde vive con su madre y su hermano menor: una figura masculina musculosa, de gran formato y pintada con intensos colores rojizos y naranjas recibe a los visitantes al entrar por la puerta.

"Ayer mismo, cuando entré en la casa y vi esa pintura, me puse a llorar (...) al pensar que nunca nadie antes me dijo que esto era arte y ahora de pronto saber que es tan importante para ella y le ha ayudado tanto en su desarrollo. Ella ahora es otra", contó a Efe su madre, Teresa Pedroso, con Misleidys agarrada de su mano.

Teresa se emociona cuando recuerda la infancia de su hija, en la que tocó puertas de médicos, escuelas y centros para personas con discapacidad, y en todos le decían que no podían hacer nada por Misleidys, que no ha recibido ningún tipo de formación, ni sabe leer ni escribir.

Con solo una mirada, Teresa sabe cuando su hija le está pidiendo que despliegue sobre su mesa una hoja de papel, se sienta en su silla de siempre y empieza a dibujar con lápiz, luego pinta, la deja varios días para que se seque y finalmente perfila el trazo con rotulador negro.

"Cuando termina su pieza, se para delante de ella, la mira, la toca, se ríe. Es impresionante", relata Teresa, quien asegura que esa interacción con sus propias obras causa bienestar y satisfacción en su hija, que también se enfada si las tocan sin su permiso.

Aunque hace dibujos en pequeño formato, su creación más habitual son figuras humanas de varios metros de altura, construidas a partir de fragmentos de papel en los que dibuja las distintas partes del cuerpo, que recorta y va pegando con cinta adhesiva en la pared.

"Ese proceso es como un ritual para ella, en el que es mejor no molestarla y que hay veces que le puede tomar todo un día", cuenta su madre, que de vez en cuando pasa noches enteras en vela para acompañar a su hija cuando necesita crear.

Al principio, en sus diseños siempre plasmaba figuras masculinas, toscas y musculosas, algo condicionado por el abandono de su padre cuando era niña, según opina su psicólogo desde hace cuatro años, Paulo Hermés, quien pronto se dio cuenta que el proceso creativo de Misleidys no solo era terapéutico, sino que era arte en sí mismo.

Desde hace unos meses, ha empezado a dibujar rostros y cuerpos femeninos, lo que según su terapeuta, indica que ya no extraña ese rol paterno ausente durante años, un vacío que llenan su madre y su hermano Lázaro, de 26 años.

A través de algunos intermediarios, este psicólogo especializado en tratar a personas con discapacidad contactó con el cubanoamericano Juan Martín, creador en Miami de la fundación Naemi, encargada de divulgar el trabajo artístico de enfermos mentales.

"Cualquier artista recién graduado en una escuela de arte o una universidad daría lo que fuera por que se le hubiera ocurrido desarrollar una obra como ésta", indicó Martín, que quedó impresionado la primera vez que entró en casa de Misleidys en 2013.

Él fue quien descubrió esta artista a la galería de Christian Berst, la única en el mundo especializada en art brut, que enseguida fichó a Misleidys e incluso ha llevado sus creaciones a varias exposiciones por Europa.

La fundación Naemi tiene entre sus proyectos más inmediatos abrir en Estados Unidos el primer museo dedicado exclusivamente a artistas con enfermedades mentales, para lo que cuenta ya con más de mil piezas, entre las que figuran una sesenta de Misleidys.

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