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Más de veinte años después, el mundo no olvida que el 31 de marzo de 1995 Yolanda Saldívar asesinó de un disparo a quemarropa a la cantante Selena Quintanilla, tras una discusión en el motel Days Inn, en Corpus Christe (Texas).
Pese a que Saldívar confesó con posterioridad que se trató de un disparo accidental, fue condenada a cadena perpetua, que cumple desde entonces en la prisión Mountain View (en Gatersville, Texas).
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Un reciente reportaje de Univisión ha sacado a la luz el “infierno” que Saldívar asegura vivir en la cárcel y que la llevaron a demandar a la prisión el pasado año.
La asesina confesa de Selena ha pedido, nada menos, que una compensación de medio millón de dólares por lo que ella califica de “dolor, sufrimiento, lesiones físicas y estrés emocional”, a consecuencia de una caída que tuvo y que, según su testimonio, podría haberse evitado.
En su demanda, Yolanda Saldívar se queja de que le hayan asignado la parte superior de una litera, a pesar de padecer obesidad, ser pequeña de estatura y tomar medicamentos para el corazón. Afirma que por ese motivo en mayo de 2015 se cayó de la cama, golpeándose el lado derecho de la cabeza.
Saldívar ―oriunda de la localidad tejana de San Antonio― acusa a sus celadores de “mal juicio, despreocupación y actos sádicos” en su contra, a pesar de que, según precisa, ella no ha violado ninguna regla de la prisión.
También argumenta que los traumatismos de su caída solo fueron revisados por una enfermera, y que no la vio un médico hasta diez días después del accidente.
El citado reporte declara que no hay constancia de que las autoridades estadounidenses hayan atendido a las acusaciones de Saldívar quien, presuntamente, será candidata a libertad condicional en el año 2025.
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