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Playa, tal vez uno de los municipios más prósperos de La Habana, resultó uno de los territorios más afectados por el huracán Irma. Su Quinta Avenida ha perdido momentáneamente el glamour de siempre y hoy es un segmento vial desolado, sin luz, y no pocos árboles adornan sus metros de asfalto.
A la orilla de la calle, los vecinos conversan de una supuesta normalidad que, para ellos, ha demorado. Es lunes en la tarde y hablan del intenso fenómeno atmosférico mientras el ruido de los equipos electrógenos de las embajadas adyacentes rompe el silencio de la ciudad.
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Otras familias del residencial barrio Miramar se mantienen tranquilas en sus hogares. Tienen gas (de la calle), apenas faltó el abastecimiento durante un fin de semana que pocos olvidarán en sus vidas. El servicio eléctrico, en cambio, sí se extraña desde hace alrededor de 60 horas. El agua potable tampoco ha regresado.
Las quejas mayores son por los obstáculos en las vías: árboles, postes y mucha basura se pueden encontrar en todo ese contorno, donde, paradójicamente, están ubicadas decenas de sedes diplomáticas.
Una vecina, la señora Gloria Pérez, culpa a comunales. “No entiendo por qué no han quitado las matas del suelo. Eso todavía es un peligro. No he visto ningún carro de comunales todavía. Dios quiera y no demoren más”.
La calle línea, desde G hasta 10, se mantiene cerrada, lo cual dificulta la entrada y salida a la zona. El túnel tuvo una inundación jamás vista, así que el transporte urbano apenas aparece y está limitado a determinadas cuadras.
Pérez debió pedir un móvil prestado para llamar a sus familiares en Mantilla, Arroyo Naranjo. Ellos tampoco tenían electricidad, pero sí agua, y doña Gloria, a sus 62 años, convenció a su sobrino para que la viniera a buscar. “Quiero bañarme”, dijo. “Llevo ya tres días (sin bañarme), casi nunca paso de dos”, espetó.
Carlos Antonio vive en 1ra y 22 y su teléfono también se quedó sin carga. “Necesito pasarle un mensaje a la jeva para decirle que todo está bien. No tengo phone en mi casa y seguro mi chacha está preocupada”, refirió.
Pedro andaba sin camisa y descalzo tras meterse en la cisterna de su edificio a sacar el agua contaminada. “Estoy cansado, no ha sido fácil”, añadió el muchacho, un mulato de 21 años, estudiante de enfermería.
Las arterias de la lujosa zona lucen descompuestas. Buena parte de Miramar perdió su belleza.
Pasarán algunas semanas para que el Rio Club "Jhonny", localizado en Calle A y 3ra, brinde sus conocidos espectáculos y sus asistentes puedan frecuentar nuevamente el sitio. El mar afectó su fachada y, de seguro, el agua penetró en el espacio. La calle delante del local está atestada de piedras y arena.
La tienda La Puntilla, en tanto, está rodeada de arena. Irma hizo, digamos, su "trabajo", ahora en Miramar esperan a que otros hagan el suyo.
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