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Una historia con final feliz. Oscar se quedó atrapado en un edificio de oficinas ubicado en el número 286 de Álvaro Obregón, en la Roma (Ciudad de México), que no aguantó el terremoto de 7,1 grados, que sacudió este martes la capital mexicana.
Según publica el diario La Reforma, en medio de la confusión tuvo la suerte de no desprenderse de su celular. Sobre las siete de la tarde, casi seis horas después de que temblara la tierra, pudo comunicar con su familia, que se encontraba de pie, frente al inmueble donde él trabajaba.
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Se esperaban lo peor. Pero esa llamada y ese teléfono le salvaron la vida. Oscar pudo explicar en qué parte del edificio se había quedado atrapado y los bomberos y voluntarios que trabajan en las labores de rescate fueron a por él y lo sacaron sano y salvo de los escombros.
Salió victorioso, con el celular en una mano, celebrando que seguía en el mundo de los vivos gracias a la tecnología.
En México todos y cada uno de los rescatados con vida se celebran. Incluso cuando es una mascota.
Tras el sismo, las comunicaciones colapsaron en Ciudad México. Pese a que las autoridades recomendaban no llamar por teléfono a menos que se tratara de una emergencia, personas atrapadas como Oscar tuvieron que vivir un infierno bajo los escombros a la espera de una rayita de cobertura que les devolviera a la vida sobre tierra.
En las redes, la solidaridad informática no se hizo esperar. Muchos mexicanos colgaron los datos de sus claves wifi para facilitar la comunicación de familias que se buscaban en medio de la tragedia.
No han tenido la misma suerte la treintena de niños que se dan por muertos tras venirse abajo la escuela en la que estaban estudiando cuando el terremoto les sorprendió. Al parecer, también han muerto cinco profesores. Terrible. Las redes sociales se han llenado de fotos de muchos de ellos. Padres desesperados, intentando encontrar a sus hijos.
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