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CIUDAD DE MÉXICO, 23 sep (Reuters) - Han pasado ya cuatro días desde que la tierra tembló en México con una magnitud de 7.1 y los familiares de las personas desaparecidas exigen al Gobierno que haga más por devolverle a los suyos. Con perros y sensores los rescatistas conocidos como 'topos' no paran de buscar sobrevivientes a una catástrofe que ha dejado ya cerca de 300 muertos.
Este sábado la tierra ha vuelto a temblar en México y con las réplicas crece el miedo entre quienes siguen a la espera de que rescaten a sus seres queridos antes de que empiece a llover y se hagan más difíciles las labores de rescate.
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Pero los esfuerzos a contrarreloj no son suficientes para los parientes de cientos de desaparecidos después de que se atravesara el umbral de las primeras 72 horas de búsqueda, consideradas cruciales para encontrar personas con vida.
"Esperemos en Dios que estén vivos, que aguanten", dijo María Isela Sandoval, una afligida ama de casa de 38 años, que esperaba noticias de un sobrino que quedó bajo el tropel ladrillos y fierros del edificio donde trabajaba en la colonia Roma, uno de los barrios de moda de la capital y también de los más afectados por el terremoto.
Los rescatistas creen que las víctimas están en un hueco formado por los escombros, pero les preocupa que después de tantas horas ya no tengan suficiente oxígeno.
En medio de la zozobra, un grupo de familiares de desaparecidos se manifestaron este viernes con pancartas para el presidente, Enrique Peña Nieto, y el alcalde capitalino, Miguel Ángel Mancera, exigiendo que aceleren las labores de rescate.
"El mexicano ha sido reconocido como guerrero, y no vemos eso", dijo José García, un arquitecto de 35 años, quejándose de que las autoridades no dejaban a civiles sumarse a la búsqueda.
Aunque las probabilidades se apagaban, el Gobierno ha insistido en que seguirán las operaciones de los brigadistas, antes de dar paso a la maquinaria pesada y demoler lo que queda.
Después de varios días de búsqueda, los rescatistas encontraban más muertos que sobrevivientes, alimentando la frustración entre las cuadrillas de voluntarios.
Miles que se quedaron sin hogar volvieron a pasar la noche en tiendas de campaña y albergues e incluso en las calles. En los centrales estados Morelos y Puebla, donde fue el epicentro, víctimas que viven en zonas más alejadas se lamentaban de que la ayuda llegaba a cuentagotas.
El terremoto de magnitud 7.1, el más mortífero de México en tres décadas, también ha dejado unos 2.000 lesionados. No se descarta que alguno de ellos engorde la lista de casi 300 fallecidos.
En un intento por subir el ánimo de los mexicanos, algunos futbolistas aceptaron retomar la actividad normal de los entrenamientos y de los partidos del torneo local.
Aunque la dimensión de los daños todavía no era clara, la firma de análisis de riesgo Air Worldwide calculó que las pérdidas aseguradas por el desastre podrían alcanzar los 2,067 millones de dólares.
El mexicano Banco Base dijo que el potente sismo afectará la expansión económica del país de este año, sumándose a los pronósticos de CitiBanamex, quien redujo su estimación para el desempeño de la economía local, que ya batalla con un magro crecimiento. (Escrito por Noé Torres. Editado por Pablo Garibian)
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