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Hace unos días, un joven cubano subía a Facebook un vídeo desde Matazas, en el que criticaba a las personas que en medio del apagón que dejó el huracán Irma, aprovechaban que tenían luz en sus casas para vender hielo y agua fría a 10 pesos el pepino. Nada que ver con la solidaridad que hemos visto estos días tras el terremoto de México.
Pero como en todas partes, la solidaridad en Cuba tiene luces y sombras. Juventud Rebelde se ha hecho eco este viernes de la historia de un cuentapropista de Camagüey, que montó una fábrica de hielo con un generador que le facilitó el Estado. De este particular 'pingüino', Ariel Escalona Pérez sacó tanquetas de hielo que regaló a sus vecinos de Esmeralda durante los días duros de apagón.
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Para repartirlo, filosofía cubana: prioridad para los niños y las mujeres embarazadas y racionamiento. De esta forma, sólo entregaba una tanqueta de hielo por persona, para que alcanzara para todos.
Para Bárbara Cayón, una vecina de la localidad, era como una bendición: "Yo pensaba que había que pagarlo, pero no, me voy de lo más contenta con mi hielo, y gratis", contó a Juventud Rebelde.
No son los únicos ejemplos de solidaridad que ha catapultado a la fama el diario cubano. También ha contado la historia del joven Yosvani Armenteros, el colmenero, vecino del batey de San Juan de Dios, también en Camagüey, que acogió en su casa a 40 personas durante el paso del huracán Irma. Además, usaba la plantica que tiene para cargar los celulares de los vecinos, para que pudieran estar en contacto con los familiares que no están en Cuba.
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