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El secretario de Defensa de Reino Unido, Michael Fallon, dimitió este miércoles por una acusación de acoso sexual que se remonta al año 2002 y que emergió nuevamente a raíz del escándalo similar que enfrentó el productor hollywoodense Harvey Weinstein.
Fallon ya se había disculpado públicamente por haber tocado la rodilla de la periodista Julia Hartley-Brewer durante una cena, 15 años atrás. Sin embargo, el alto funcionario se ha visto sometido a una fuerte presión tras el caso Weinstein, sospechoso de acosar a 80 mujeres e incluso de violar a cuatro de ellas.
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“Un número de alegaciones han salido a la luz en días recientes sobre diputados, incluidas algunas sobre mi conducta pasada”, dijo el ministro de Defensa, de 65 años y diputado desde 1983, en su carta de dimisión dirigida a Theresa May, primera ministra de Reino Unido.
“Muchas de estas han sido falsas pero admito que en el pasado he estado por debajo de los estándares altos que requerimos de las fuerzas armadas a las que tengo el honor de representar”, acotó.
Según recogen medios internacionales, las acusaciones de comportamiento sexual inapropiado han salpicado a otros altos cargos del Gabinete de May, incluido a su número dos, Damian Green, acusado de acoso sexual por la militante conservadora Kate Maltby.
De igual forma, un secretario de Estado del ministerio de Comercio Internacional, Mark Garnier, figura entre los nombres de la lista de 40 diputados conservadores que circula desde el fin de semana por Westminster.
De acuerdo con el diario español El País, se trata de legisladores acusados, en la mayoría de los casos sin verificar, de acoso sexual o conducta inapropiada, recopilados en la estela del escándalo Weinstein.
La polémica en torno a Michael Fallon se desvincula de Weinstein, Kevin Spacey y otros casos surgidos en los últimos días, ya que su “víctima” no lo denunció en ninguna ocasión e incluso insistió en que no sufrió ningún tipo de acoso.
"Yo le expliqué con calma y cortesía que si lo volvía a hacer le daría un puñetazo en la cara. Él retiró su mano y ahí se acabó el asunto", explicó Hartley-Brewer en las redes sociales.
"Este 'incidente' ocurrió en 2002. Nadie se molestó en lo más mínimo o quedó angustiado por ello. Mis rodillas siguen intactas", reza una publicación escrita por la periodista vía Twitter.
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