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A partir de 2018 la venta de cigarrillos en el Vaticano pasará a la historia y el único humo protagonista será el de la fumata de la Capilla Sixtina.
Así lo aseguró la Santa Sede mediante un comunicado en el que explicó que la institución religiosa dejará de vender cigarrillos a sus empleados, religiosos y diplomáticos con la llegada del próximo año.
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"El motivo es muy simple: la Santa Sede no puede cooperar con una práctica que daña claramente la salud de las personas", aseguró el portavoz papal, Greg Burke, a través de la nota oficial.
"A pesar de que los cigarrillos vendidos, a precio descontado a los empleados y pensionistas del Vaticano, sean una fuente de ingresos para la Santa Sede, ningún beneficio puede ser legítimo si pone en peligro la vida de las personas", añadió.
Los trabajadores podían comprarlos en una tienda libre de impuestos en el Estado pontificio.
Hay que recordar que el papa Francisco, que padeció importantes problemas en un pulmón cuando era joven, nunca ha consumido cigarros y siempre se ha posicionado en contra del enriquecimiento de los Estados con la venta de productos perjudiciales para la salud.
El Estado Vaticano ya aprobó antes que Italia, concretamente en 2002, una ley que prohibía fumar en locales públicos. Sin embargo se podían comprar cigarrillos con descuento en su tienda interna, espacio donde sus residentes adquieren algunos productos básicos.
A nivel mundial Bután y Turkmenistán son dos Estados que ya prohibieron la venta de cigarrillos.
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