Halloween llega al béisbol

Empeñados en no ser menos que sus contrincantes, Vegueros y Cazadores decidieron lanzar al ruedo sus mascotas respectivas, y el resultado ha suscitado inevitables burlas.

Mascota de Pinar del Río © Cubadebate
Mascota de Pinar del Río Foto © Cubadebate

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Este artículo es de hace 7 años

Cuando vuelvan a jugar Pinar del Río y Artemisa en la Serie Nacional, el estadio será testigo de una lucha deportiva entre Freddy Krueger y la niña de El Exorcista. ¿Que no me cree? Pues concéntrese en las mascotas de cada conjunto y sabrá de qué le hablo.

Fue un error derivado del afán emulativo. Empeñados en no ser menos que sus contrincantes, Vegueros y Cazadores decidieron lanzar al ruedo sus mascotas respectivas, y el resultado ha suscitado inevitables burlas. Inclusive entre sus propios parciales.


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Sencillamente, se crearon dos engendros. En Pinar, un bigotudo de orejas espantosas se pasa los partidos jugueteando con un tabaco semejante a un bate. En Artemisa, una culona peliazul se menea con extravagancia mientras sostiene algo que quiso ser un arco.

Fueron por lana y salieron trasquilados. Pretendieron imitar (cosa que no era criticable) las acertadas iniciativas del León industrialista, el Cocodrilo matancero o el Indio de Guantánamo, pero creyeron que bastaría con invertir los mínimos recursos. Al final, no pasaron de parir a un par de carnavalescas criaturas.

En circunstancias tales, cualquier adorador de Dostoievski se acordaría enseguida de su cuento inmortal, El Sueño de un Hombre Ridículo. Cito solo unas líneas:

“Antes me angustiaba porque les parecía ridículo. Más que parecérselo, lo era. Siempre fui ridículo, y lo sé probablemente desde el día de mi nacimiento. (…)A medida que pasaban los años se acrecentaba y afianzaba en mí la conciencia de mi ridículo aspecto, en todos los sentidos”.

¿Qué nos obliga, me pregunto, a ser el hazmerreír de los demás? ¿En qué parte del Reglamento de la Serie dice que cada equipo está obligado a tener una mascota en el terreno, aún a expensas de la mofa colectiva? ¿Cuál artículo de la Constitución establece el deber de parecernos a los otros, y tener que tener lo que ellos tienen? ¿Qué justifica que estos bodrios salgan al estadio con la oscura intención de convertirse en líderes de gradas? ¿Hará falta que a tantos errores de atletas, directores y árbitros; a tanta escena fea y desajuste cotidiano…, se sume ahora el trago amargo de entronizar a estas mascotas que parecen salidas de la tiendecita de los horrores?

Este sábado, cuando vi a la terrorífica cazadora artemiseña, sentí vergüenza ajena. Sentí lástima. Sentí que la pelota nacional, tan maltratada, recibía un nuevo puñetazo de nocao en los rines del choteo. Ya lo decía la vieja Agatha Christie: “Es curioso, pero solamente cuando ves a las personas hacer el ridículo, te das cuenta de lo mucho que las quieres”.

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Michel Contreras

Periodista de CiberCuba especializado en béisbol, fútbol y ajedrez.


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