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Trabajadores que “enarbolan alta moral y humildad”, así cataloga la prensa cubana a empleados del sector del turismo que deciden devolver lo que se encuentran en los centros donde laboran.
Tal es el caso de la recepcionista en el hotel Iberostar Varadero, Delvis Figueredo Melo, quien decidió entregar a un cliente “una cámara de video y otra fotográfica valoradas en 2 mil 200 y 800 dólares, respectivamente, así como un reloj pulsera marca Seiko, gafas y otros objetos”.
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Tampoco dudó en darle a su dueño una cartera con 378 CUC que se había encontrado cerca del lugar donde trabaja.
“Lo localizamos en la habitación y le entregamos su pertenencia; quedó sorprendido y muy agradecido al personal de nuestro centro”, asegura Delvis para quien su proceder es consecuencia de que “desde niños nos enseñan que lo que no es de uno no se debe tomar. Son valores inculcados por la familia, en la escuela y nunca los debemos olvidar”.
Julio César González Luaces, trabajador del hotel Los Caneyes en Villa Clara, tampoco dudó en restituirle a su propietario la cartera que se había dejado en el restaurante.
“En mi país esto no sucede” afirmó el turista uruguayo que recuperó intactos con su cartera, sus documentos personales y el dinero que en ella había, quien tras haber preguntado “si había alguna manera para dejar plasmado su agradecimiento” y conocer que había “un libro en el que nuestros clientes exponen sus impresiones. Así lo hizo y fue un regocijo para el colectivo”
“La devolución se hizo en presencia del cliente y comprobó que todo estaba correcto, sin faltarle nada. Fue tanta su alegría que realmente no sabía qué hacer en ese momento”, añade Julio Cësar.
La actitud de Delvis, por su parte, le valió el reconocimiento del Sindicato Nacional de Hotelería y Turismo, durante la XVI edición del Encuentro de Valores.
La honestidad: ¿excepción ensalzada o regla inadvertida?
En el artículo de Trabajadores, titulado “Culto a la moral”, se afirma que actitudes como estas no son, sin embargo, extrañas pues “abundan los trabajadores de hotelería y turismo, que en cualquier otro sitio del país hacen culto no solo de la profesionalidad a la hora de ofrecer un servicio en el puesto de trabajo o la responsabilidad que le corresponde, sino también enarbolan alta moral y humildad”.
Publicaciones como estas, por su parte, llevan a pensar por qué deben ensalzarse la honestidad y la ética profesionales -que deberían ser la regla y no la excepción magnificada-, y por qué es necesario visibilizar y difundir comportamientos como estos, que más que extraordinarios deberían ser consustanciales al ejercicio de cualquier trabajo, mucho más de los que implican trato con el público.
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