Otro joven beisbolista muere ¿Qué sucede?

¿Están preparados los jóvenes peloteros para dejar de ser pobres?

Miguel Alfredo González. © Phillis de Philadelfia
Miguel Alfredo González. Foto © Phillis de Philadelfia

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Este artículo es de hace 7 años

Los accidentes siempre ocurren. La muerte es, en propiedad, el último de los accidentes de la vida. Nick Adenhart (22) lanzador de Anaheim, murió en 2009 cuando un hombre que estaba en libertad condicional por conducir ebrio lo impactó mientras viajaba en su auto con tres amigos. Dos de ellos murieron también y el conductor fue sentenciado a entre 51 años y cadena perpetua.

Los fiscales indicaron que el nivel de alcoholemia de ese conductor excedía por casi tres veces el límite legal cuando se pasó la luz roja y embistió el auto en que viajaban Adenhart y tres amigos.


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Antes de morir, Adenhart había lanzado seis innings sin carreras frente a los Atléticos de Oakland. Eso es un accidente fatal. Donde la proporción incoherente del tiempo y el espacio coinciden para que suceda la muerte. Siempre pienso en Adenhart y en su familia, y en lo definitiva que se convierte la vida.

Muchos beisbolistas cubanos han muerto en accidentes. En 1974, José Antonio Huelga, con 26 años. En 1979, Santiago Changa Mederos, de 34. En 2000, Miguel Caldés, 30 años, impactado por una locomotora. En 2004, Frank Tamayo, 28 años.

Desde 2013 hasta acá, el béisbol lamenta la muerte de otros tres jóvenes. Yadier Pedroso (26), José Delfín Fernández (24) y ahora Miguel Alfredo González (31). Los tres decesos tenían como constante accidentes nocturnos y con alto grado de alcohol. Uno piensa que no ocurrirá más, que los muchachos aprenderán de las experiencias y golpes de los compañeros que antes fallecieron.

Ésta es la era de la velocidad duplicada, del dinero, los autos deportivos, drogas, bebidas, armas, cada cual buscando la verdad. He leído que algunos beisbolistas cubanos tienen de 5 a 8 autos, aunque sólo podrán manejar uno a la vez.

La pregunta aquí es: ¿estás preparado para dejar de ser pobre? ¿Cuántos de estos jóvenes talentosos y llenos de vida pueden asimilar un cambio tan importante que define la vida?

La emigración del béisbol cubano propició que miles de talentos a edades tempranas firmaran contratos millonarios con organizaciones de Grandes Ligas. Ricos y poderosos de la noche a la mañana. Sin embargo, el equipo de MLB que pagó los millones no está muy interesado en que tu estés educado o preparado ante la asimilación del viaje de la pobreza al nuevo mundo de la propiedad, los coches y los millones.

No.

Esa franquicia que los firmó sólo tiene en mente que llegues a un estadio de Grandes Ligas, lances muchas entradas, corras o fildees, conectes largos y bellos cuadrangulares. Un trabajo común igual a otros. Ellos no son una escuela. Te pueden educar o enseñarte la nueva cultura que enfrentas, pero ellos no regularán la velocidad cuando enciendas el carro por la noche ni tampoco decidirán la hora en que manejas.

Oscar Taveras (2014, 22) prospecto de los Cardenales de San Luis, falleció junto a su novia en la ciudad de Puerto Plata, República Dominicana, manejando a altas velocidades en la oscuridad de la noche. Similar final vivió Yordano Ventura (2017, 25), as dominicano de los Reales de Kansas, que chocó su auto la madrugada del 22 de enero de 2017 y perdió la vida.

Si Ventura hubiera llevado el cinturón de seguridad puesto, algunos estudios comprobaron que estaría vivo aún. Esa misma noche murió Andy Marte (34), en otra carretera de la Republica Dominicana por exceso de velocidad y con una caja de licor encontrada en su Jeep. Marte jugaba en la liga profesional de Corea desde 2015.

El mundo del béisbol y el deporte sufrirá por siempre la muerte de José Delfín Fernández. Un prodigio de 24 años que estrelló su bote, mientras viajaba con dos amigos, contra un rompeolas en Miami Beach. Ahora lamentamos la reciente muerte de Miguel Alfredo, en otra noche, en otra madrugada y otro hijo único perdido.

Imagino a Taveras llorando la muerte de Adenhart, Delfín llorando a Taveras, Ventura a Delfín y Miguel Alfredo a Ventura. Cada uno pensó que no le sucedería al otro.

Los seres humanos en sí, casi todos, tenemos una ligera creencia de que somos eternos. El hilo que une la vida con la muerte es frágil como el soplido de una mosca. La muerte es el último accidente de la vida.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Francys Romero

Escritor, reportero y periodista deportivo de CiberCuba. Miembro de la Asociación de Escritores de Béisbol de América (BBWAA). Autor de "El sueño y la realidad. Historias de la emigración del béisbol cubano (1960-2018)". Ha sido citado por ESPN Magazine, New York Times, Washington Post, entre otros


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Francys Romero

Escritor, reportero y periodista deportivo de CiberCuba. Miembro de la Asociación de Escritores de Béisbol de América (BBWAA). Autor de "El sueño y la realidad. Historias de la emigración del béisbol cubano (1960-2018)". Ha sido citado por ESPN Magazine, New York Times, Washington Post, entre otros