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El Periódico 26, de la provincia de Las Tunas, informó el pasado 17 de noviembre de un hecho delictivo acontecido a finales de octubre: el robo de unos 500 kilogramos de plaguicidas y agroquímicos en un almacén de la Empresa de Logística Agropecuaria del municipio Jesús Menéndez. Y un periodista de Cubanet, Alberto Méndez, se pregunta qué lleva a cinco personas a asaltar un almacén de insecticidas.
La publicación provincial reveló que el propósito de los atracadores, ya en prisión, era vender los productos “en el mercado negro” en la provincia de Ciego de Ávila. Según estima el reportero, a la luz del Código Penal vigente, los autores pueden recibir una sanción de entre 20 y 30 años por el delito de robo con violencia e intimidación en las personas (redujeron y ataron al vigilante del local), con la característica, además, de que se llevó a cabo por un grupo organizado.
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“Que en Cuba, como casi todos los bienes de consumo, también los insecticidas entran en el comercio clandestino, es un secreto a voces. Están desde los que venden venenos para cucarachas hasta quienes comercian en gran escala con plaguicidas agrícolas”, señala.
Lo que suscita la atención, no obstante, es que la comercialización ilícita de este tipo de productos no suele derivarse de un hecho violento. “Relativamente fácil resulta, para quienes tienen bajo su custodia o administración mercancías de alta demanda, hacer uso de ellas por otros caminos, sin llegar a delitos notorios, como el ahora reportado”.
Según explica, los implicados pudieron decidirse a ejecutar el asalto gracias a la situación de grave desabastecimiento de insecticidas, herbicidas y fungicidas, que se evidencia en plena campaña de siembra de hortalizas (de mediados de octubre a la mitad de noviembre).
El reporte de Cubanet recoge algunos testimonios sobre el problema. A un agricultor que trata de sacar adelante su sembrado de maíz y calabaza, para lo que necesita adquirir un herbicida, el presidente de una cooperativa le avisó: “No hay, y cuando entre será para la caña”. Cuando intentó ir “por la izquierda”, acudió a un vendedor ilegal que le dio una respuesta parecida: “No lo busque, no aparece a ningún precio”.
Sin embargo, las autoridades habían anunciado que, para la campaña de siembra, los productores tendrían garantizados los suministros necesarios, de modo que pudieran garantizar la “soberanía alimentaria” del país.
La inestabilidad de suministros como los que motivaron el asalto al almacén es una preocupación de primer orden para los campesinos. En la Gaceta Oficial Extraordinaria del 22 de mayo de 2014, las resoluciones No. 218 y 225 de los ministerios de Agricultura y Finanzas y Precios, respectivamente, preveían la venta de, entre otros insumos, los plaguicidas necesarios para los cultivos. La regulación señalaba incluso los precios por cada uno de estos productos y, además de vender herramientas destinadas a la agricultura, las tiendas establecidas al efecto contaron con cantidades limitadas de agroquímicos.
“Pero en Cuba todo es por campaña, y lo que está por todas partes hoy, ni sueñe con poder encontrarlo mañana”, cita Méndez a un agricultor, que le soltó el famoso dicho criollo de que pronto esos establecimientos “estarán más vacíos que un ratón que vive en una ferretería”.
“Lo que sí en Cuba nunca están vacías son las cárceles –concluye el periodista-. En ocasiones los cubanos van a la cárcel por matar vacas; otras, por vender fuera del monopolio estatal el café que cultivan; otras, por hacer de buhoneros, y ahora, cinco de ellos están presos por robar insecticidas”.
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