"Las muñecas, las putas, las estatuas": nuevo poemario de la escritora cubana Nuvia Estévez

Reconocida como una de las mejores voces dentro de la poesía cubana contemporánea, este es su octavo libro publicado.

Las Muñecas, Las Putas, Las Estatuas © Cortesía de la autora del libro
Las Muñecas, Las Putas, Las Estatuas Foto © Cortesía de la autora del libro

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Este artículo es de hace 7 años

Nuvia Inés Estévez ha presentado en Miami su nuevo poemario titulado "Las muñecas, las putas, las estatuas", de la mano de la editorial Cuban Artist Around the World (CAAW).

Reconocida como una voz importante dentro de la poesía cubana contemporánea, este es su octavo libro publicado, y el primero de ellos en Miami, ciudad en la que reside desde 2010.


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Diez años antes, Nuvia, natural de Puerto Padre en Las Tunas, obtuvo el Premio David de Poesía con su libro “Maniquí desnudo entre escombros", el cual fue reeditado por la Editorial Verdehalago en México, ese mismo año.

"Las Muñecas, Las Putas..." contiene varios de los poemas que la escritora incluyó en libros anteriores, algunos de los cuales fueron publicados en diferentes países de habla hispana en la region, y otros son inéditos.

El libro, a decir de Kelly Martínez Grandal, "es el resultado de un largo avance, (...) y en ese avance, el reencuentro con formas olvidadas de la poesía: el soneto y la décima; la inmensa valentía de no ser modernos. Por eso también las poetas que la conforman cantan allí: desde Carilda Oliver Labra hasta Alejandra Pizarnik."

Precisamente he ahí uno de los puntos que hace a Nuvia Estévez una poeta diferente al resto, y por lo cual su obra ha sido recogida en una veintena de antologías sobre poesía hispanoamericana, entre las cuales se encuentran: "Hombres Necios que acusais” (estudio de la décima femenina cubana)", "XXI Poetas del Siglo XXI", Cincinatti, OH, EE.UU, “Viajera intacta del sueño”, y “Una Gravedad Alegre: antología de poesía latinoamericana al siglo XXI", Valladolid, España.

Su poema Desde el Fondo es una historia descarnada de la realidad del pueblo cubano, visto desde la perspectiva de una madre. El mismo trata sobre la soledad y el dolor de un país que ha visto partir a sus hijos, y nunca más regresar.

"Este poemario suena como un golpe sobre una mesa, como un barco entrando al puerto. Suena al llanto de las viudas, al mohín de las niñas, al quejido de las amantes. Suena."

Desde el fondo

Yo nunca tuve mar
ni brazos con qué llevar mi hija a las olas
Nunca tiré piedras al espécimen
mis padres prohibieron el azul
gritaron ”hasta allí los límites
la mirada divisoria entre las aguas
hasta allí la sal  los ahogados
la fría eternidad de los peces en las rocas”.
Siempre creí que el mar estaría en cualquier pueblo
en cualquier casa
en cualquier madre
pero mi madre nunca tuvo mar
y en mi casa sólo hubo un balde
donde el amante orinaba su ausencia.
El mar fue un barco que se hundía
un anuncio solitario desde arriba
Pero se fue del país
de mis amigos
Nada hizo mi anzuelo para encontrarlo
lancé botellas a ese hueco que alguna vez fue manantial
lancé la geografía la pulcritud
los delfines tan humanos ante la oscuridad de mi pueblo.
Alguien dijo  ”la lluvia nos traerá el mar”
pero no llovió en cuarenta días
ni hubo madres felices ancladas con sus hijos.
El país fue un arca
a ella sólo llegaron animales malditos
(esa ungida inocencia de los animales sin espina
ese vaho silencioso de los amantes oscuros)
El país sólo fue un lugar para los que escapaban
un mapa compartido en la nieve.
“Madre” grita mi niña
y el nombre a secas me devuelve aguas
“Madre qué ciudad nos salvará el naufragio
qué aullido nos pintará el silencio
en qué cuerpo quedarán los brazos abiertos
a ese dolor imposible de lo limpio”.
Yo nunca tuve un mar tocándome la puerta
deslizando tranquilo por hendijas su recuerdo migratorio
nunca bañé su fantasma contra mi cuerpo
su ácido contra la imperfección del rostro
Pude lanzar mi corazón en una botella
partir desnuda tras las malolientes gaviotas
pero nunca tuve un mar el soplo de las velas
la danza de su ruido pálido y mecánico.
Quién iba a anunciar las aguas
ese arrepentimiento de los que se hundían sin país
las piedras la isla
los ahogados sus bocas abiertas al olvido
Quién iba a empujar hacia este silencio sus tablas.
Hundida el arca
vueltos los animales a esa costumbre oscura de la existencia
el mar retornó a golpearnos
y dolió al cuello la nostalgia bulliciosa del tumulto
Mi hija pintaba barcos en la pared
mientras otro amante flotaba prendido a mi cuerpo.
Ahora que ardo sobre esta isla animal
mi húmedo hundimiento de vida
y mojo la arena desolada donde perdí mi casa
siento el nombre que duele en las costas
esa frígida felicidad sin brújula.
Mi hija y yo también nos hemos ahogado.

El libro puede ser adquirido online a través de Amazon

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