SAN CRISTÓBAL/MARACAIBO, Venezuela, 8 dic (Reuters) – La reventa clandestina de medicinas con prescripción pero sin receta está en auge en Venezuela. Da igual si es una terminal de autobuses en la ciudad andina de San Cristóbal o un mercado a cielo abierto en la calurosa Maracaibo. Cualquier sitio es aprovechado por vendedores ambulantes que ofrecen sus “nuevos productos”, (medicamentos y vitaminas) en sus tinglados callejeros.
La escasez es tal –según el gremio farmacéutico falta el 85% de las medicinas– que algunos de los fármacos son transportados a lo largo de varios kilómetros o incluso desde Colombia, hasta que llegan a los puestos informales sin ningún permiso sanitario, donde se venden.
“Compro aquí vitaminas para la memoria porque sufrí un ACV (accidente cerebrovascular) y se me olvidan las cosas”, dijo Marisol Salas, de 56 años, frente a un puesto en el terminal de San Cristóbal, donde encontró lo que faltaba en las farmacias.
Uno de los que venden medicamentos allí es Antuam López, de 30 años, en su puesto de productos naturistas que instala junto a otro de verduras.
“Hay gente que trabaja en entidades públicas, en hospitales, medicaturas y nos venden las medicinas”, dijo López, mientras respondía a preguntas sobre anticonceptivos o medicinas para controlar la tensión arterial. “Últimamente buscan muchos anticonvulsivos”, agregó.
Los escasos anticonvulsivos se utilizan para combatir los ataques de epilepsia.
El Gobierno chavista de Nicolás Maduro responsabiliza a los revendedores por la escasez de medicamentos, aunque economistas y empresarios privados aseguran que la falta de materia prima y controles estatales que los obligan a vender con precios subsidiados impactan la producción e importación.
En diferentes puntos del país también se ofrecen los medicamentos para enfermedades crónicas en redes sociales, o incluso en quioscos de revistas.
Productos de riesgo
En pleno centro de Maracaibo, donde normalmente se registran 30 grados centígrados de temperatura, se expenden cajas de medicamentos sin control en un desordenado mercado conocido como Las Pulgas. Los empaques presentan un deterioro palpable: se han decolorado y algunos están hasta sucios y manipulados.
“Los traen de contrabando”, aseguró José Oberto, un médico de 46 años que lidera su gremio en Zulia, estado fronterizo con Colombia y donde la reventa se ve incluso en pequeñas farmacias.
“No cumplen con los registros y hemos comprobado que muchos de los medicamentos vienen sin cumplir la cadena de frío”, denunció el especialista en oncología, quien advirtió de que si algunos medicamentos no se mantienen a 25 grados pueden perder su efectividad.
Esledy Páez, una jubilada de 62 años, encontró en una farmacia pequeña de Maracaibo, la capital de la entidad, un antialérgico que necesitada. “Me tocó comprar un medicamento de Colombia, que venden en blister, y me lo tomé con desconfianza, porque el empaque decía uso hospitalario”, apuntó.
Los costos varían de un puesto informal a otro, y se tasan convirtiendo los precios que tienen las medicinas en Colombia a dólares calculados a la tasa de cambio informal en Venezuela, y luego a bolívares, moneda que durante el año se ha depreciado un 96% en el mercado paralelo.
“Mi esposo es diabético y tiene una herida en el pie que empeoró por falta de antibióticos”, dijo Norkis Pabón, una desempleada de 45 años, que debió salir a buscar en las calles de San Cristóbal lo que no disponían en el hospital.
Pabón encontró una opción de medicinas colombianas en reventa. “Pero el tratamiento cuesta 900.000 bolívares (el doble del salario mínimo mensual) y no sé qué hacer”, agregó angustiada.
(Reporte de Anggy Polanco en San Cristóbal e Isaac Urrutia en Maracaibo; Editado por Corina Pons y Pablo Garibian)
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