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Washington, 9 dic (EFE).- La cubana Yali Nuñez es la nueva voz del Partido Republicano. Tras huir de Cuba con 16 años y cruzar junto a sus padres, guiada por "coyotes", la frontera entre Guatemala y México, a sus 30 años, la joven comunicadora se unió al Comité Nacional Republicano, órgano ejecutivo del partido. Su objetivo es ganarse la confianza de los latinos de cara a las elecciones de 2018, cuando volverá a renovarse la Cámara de Representantes y un tercio del Senado.
De momento, su trabajo se limita a recorrer los estados conociendo las necesidades de unos y otros porque, según explica Nuñez a Efe, no quiere o necesita lo mismo un venezolano que un cubano o un colombiano.
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Nuñez se dedica a diseñar la estrategia comunicativa del Partido Republicano para la diversa comunidad hispana de EE.UU., que ya en 2016 facilitó el triunfo de Donald Trump en varios estados clave como Florida, donde el mandatario consiguió más de la mitad (54%) del voto cubano.
Los cubanos de Florida votaron por Trump en reacción a las políticas de deshielo de su antecesor, Barack Obama (2009-2017), quien "dio la mano al régimen de los Castro, en vez de al pueblo", según Nuñez.
Su familia decidió salir de Cuba cuando vieron que no había "futuro" para ella. Primero, como otros cubanos, intentaron huir por mar con una pequeña barca que surcaría las 90 millas (150 kilómetros) que separan a Cuba del sur de Florida; pero, les estafaron y se quedaron sin barca y sin ahorros.
Surgió, entonces, otra oportunidad: su padre recibió una invitación para ir a Honduras por trabajo y su madre y ella tramitaron un visado para salir juntos de Cuba.
Nuñez y su familia vivieron en Honduras durante unos meses, pero no se adaptaron y decidieron viajar a Guatemala, donde se quedaron dos meses y acabaron poniendo camino a México.
De esa forma, un día, la familia de Núñez volvió a recoger sus pertenencias, dejó Guatemala, se colgó las mochilas al hombro y caminó entre las montañas con dos "coyotes" o "polleros" (traficantes de personas) en dirección a Ciudad Hidalgo, en el estado mexicano de Chiapas y justo en la frontera con Guatemala.
"Ese momento sí fue aterrador, los 'polleros' iban fumando marihuana, yo estaba muy jovencita, éramos nada más mi papá, mi mamá y yo y dos salvadoreñas", recuerda Núñez.
Su padre había llegado a esconder un cuchillo en un calcetín con la esperanza de poder usarlo para proteger a su familia.
Una vez en México, las autoridades migratorias los detuvieron y los retuvieron en un centro de detención en Tapachula (Chiapas), un lugar que Núñez describe como "tétrico", y desde el que pasaron al centro de detención Las Agujas en Ciudad de México, donde fueron recluidos durante 14 días.
"Era -recuerda- un lugar peor que la cárcel, te cerraban con barrotes con candados, había menores de edad, como yo".
Fue en ese centro de detención donde contactaron con un abogado que les ayudó a hacer todos los trámites necesarios para llegar a EE.UU. y quedarse gracias a la política de "Pies secos, pies mojados" que ordenaba la deportación de los cubanos interceptados en el mar, pero permitía quedarse a los que lograban tocar tierra.
Esa política fue eliminada por Obama al final de su mandato y Trump, por el momento, no ha dado señas de querer restaurarla.
"Nosotros hicimos esto sabiendo que en cada puerto íbamos a tener una legalidad. No es recomendable para las personas que lo hacen sin saber que van a tener una legalidad porque pasar ese infierno, para después tener que regresar no merece la pena", valora Núñez.
La cubanoamericana defiende las políticas de Trump sobre inmigración y habla del derecho que Estados Unidos tiene, como cualquier otro país, a proteger sus fronteras.
"No podemos pretender que esta sea una nación que todo el tiempo nada más tenga las puertas abiertas en absoluto a la ilegalidad, porque entonces no sería la gran nación que es, no sería una nación de inmigrantes", subraya Núñez, que asegura que el Gobierno de Trump busca "promover una inmigración segura".
Núñez trabajó durante más de tres años en la cadena Univision y cubrió la llegada, en el verano de 2014, de miles de niños que viajaban solos desde Centroamérica a Estados Unidos.
Posteriormente, dirigió la estrategia para medios hispanos de la campaña de reelección del senador Marco Rubio, representante de Florida que se presentó a las primarias republicanas en la campaña presidencial de 2016 y que, actualmente, es uno de los asesores más cercanos a Trump sobre Latinoamérica.
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