La ciencia no tiene fronteras, al menos, no debe tenerlas. Eso es lo que piensan los investigadores cubanos y norteamericanos que luchan contra el cáncer de pulmón, y que se han propuesto saltar las diferencias políticas de sus gobiernos para colaborar juntos en pos de una cura más efectiva para la enfermedad.
Y es que la colaboración está dando frutos. Así lo ha revelado el Miami Herald, que en un extenso reportaje expone los logros del trabajo conjunto entre investigadores del Roswell Park Cancer Institute, en Buffalo, Nueva York, y los del Centro de Inmunología Molecular (CIM), de Cuba.
Todo comenzó en 2011, después de que un científico cubano que visitaba Estados Unidos ofreció dar una charla sobre el trabajo que realizaba su centro en La Habana. Sus colegas de Roswell visitaron el CIM para tener más información y su visita culminó con la aprobación de los Estados Unidos en 2016, para realizar la primera prueba clínica norteamericana de un producto creado por el CIM: CIMAvax, la vacuna contra el cáncer de pulmón.
Lo más relevante para los investigadores americanos fue que CIMAvax, en vez de atacar las células cancerosas, como muchas inmunoterapias, genera una respuesta inmune contra el factor de crecimiento epidérmico (EGF) que circula en la sangre y que las células cancerosas necesitan para crecer. Como dicho factor de crecimiento se neutraliza, el cáncer no puede alimentarse y deja de crecer.
Ya ha habido varias rondas de ensayos clínicos de CIMAvax en la Isla. El primero de ellos mostró que la esperanza de vida de los pacientes con cáncer de pulmón avanzado mejoró después de recibir la vacuna. El tratamiento también tiene pocos efectos secundarios.
Aunque los investigadores cubanos no han recopilado información sobre la calidad de vida, anecdóticamente se conoce que los pacientes que continúan con vida luego de dos años del tratamiento, viven mejor.
Pedro Camilo Rodríguez, investigador en inmunología oncológica –un nuevo campo–, en el CIM, aseguró que tienen algunos pacientes que han sobrevivido siete años y todavía están trabajando. “Conozco personalmente a cinco con estas características".
En enero de este año, el primer grupo de pacientes calificados, (todos sufrían cáncer de pulmón avanzado e inicialmente fueron tratados con quimioterapia), comenzaron a recibir la vacuna cubana en combinación con Opdivo, también conocido como Nivolumab, un anticuerpo que desencadena la autoinmunidad contra el cáncer, y que es una terapia de uso estándar en los Estados Unidos.
Aunque ha habido muchas pruebas clínicas de CIMAvax en Cuba y en otros países, el objetivo del ensayo de Buffalo es comprobar si las dos terapias usadas juntas son más efectivas y si podrían acelerar la respuesta del sistema inmune. Es la primera vez que se prueba esta terapia combinada.
Para Rodríguez, este enfoque es muy innovador. “Este es un logro para nuestra vacuna. No podríamos probar la combinación porque no podríamos obtener Nivolumab. Ésta es también una forma para que desarrollemos una investigación que no podríamos permitirnos”.
Se espera que la prueba de Roswell Park demore tres años. Pero incluso si tiene éxito, no significa que CIMAvax estará disponible inmediatamente en el mercado estadounidense. Todavía tiene que hacerse un ensayo aleatorizado de Fase II, y hay otro proceso de aprobación por separado, antes de comercializar un nuevo medicamento en los Estados Unidos.
Según explicó Igor Puzanov, director del programa de ensayos clínicos y jefe de melanoma en Roswell Park, las aprobaciones de medicamentos toman varios años, incluso si todo sale según lo planeado. “Es un poco más complicado porque es una droga cubana. Pero un medicamento es un medicamento y usted siempre querrá asegurarse de que sea seguro”.
Los pacientes todavía están siendo inscritos en el primer ensayo de Roswell. El objetivo es tener de 60 a 90 en el estudio. Puzanov se negó a dar detalles sobre cómo avanza, una práctica común para los investigadores que no quieren perjudicar los resultados antes de que se completen los ensayos.
Pero sí admitió que los científicos de Roswell están contentos con la colaboración con Cuba, lo que él denomina un “intercambio científico robusto”. A pesar de que la nueva política de Trump dificultará que algunas empresas estadounidenses hagan negocios con la Isla, y les resulte más difícil a los cubanos obtener visas para viajar a su país, Puzanov declaró: “Hasta ahora nuestra colaboración no se ha visto afectada. Va muy bien”.
Hace poco más de un mes, Roswell Park Cancer Institute fue aprobado para un ensayo clínico de Fase I / II con otro medicamento cubano contra el cáncer. Se trata del Nimotuzumab (CIMAher), que se analizará en combinación con el Opdivo para ver qué tan bien funciona esta terapia en el tratamiento a pacientes con cáncer de pulmón de células no pequeñas, que se haya diseminado a otras partes del cuerpo.
Para Cuba me voy
Algunos norteamericanos que no quieren esperar a que las drogas cubanas sean legales en su país, van directamente a la Isla para obtener suministros anuales de CIMAvax y otros fármacos cubanos.
Es el caso de Mick Phillips, de 70 años, de Appleton, WI. Fue su esposa, peruana, quien escuchó hablar de CIMAvax y hace unos seis años le sugirió intentarlo, después de que le diagnosticaron cáncer de pulmón. Primero comenzó a recibir la terapia en Perú, donde es legal, y comenzó a ir directamente a Cuba, donde el CIMAvax es mucho más barato.
Un suministro anual le cuesta alrededor de 7.000 dólares, más los honorarios de su médico cuando viaja en la Isla, que son de 800 o 900 dólares. Muy inferior a los 12.000 a 15.000 dólares mensuales que cuesta el tratamiento con Opdivo.
Cuba fomenta el turismo de salud en instalaciones como La Pradera, un centro que parece más un hotel que una clínica. Con una fuente burbujeante en el vestíbulo y una gran piscina central destinada a terapia física, La Pradera se ha convertido en una meca para los extranjeros que buscan tratamiento para el cáncer de pulmón, los tumores malignos del cerebro y del cuello, las úlceras del pie diabético y otras dolencias.
Allí reciben tratamiento pacientes de China, América Latina, Canadá y Estados Unidos, entre otros países. Cerca de 50 norteamericanos van allá cada año.
Los tratamientos con CIMAvax y Nimotuzumab se encuentran entre los más solicitados. Como promedio, los enfermos pasan alrededor de una semana en la clínica, donde obtienen sus primeras dosis de medicamentos y capacitación para ellos y sus familiares acerca de cómo administrarlos. Regresan a sus casas con un suministro inicial y muchos vuelven para chequeos de mantenimiento.
“Tenemos pacientes a los que venimos tratando desde hace siete años”, explicó Anabely Estévez, especialista en cáncer y doctora en medicina general en La Pradera. “Ellos deben enviar sus documentos médicos para su evaluación antes de su llegada a Cuba, y si los médicos determinan que no podrán beneficiarse de nuestro tratamiento, son rechazados. Aunque algunos vienen de todos modos”.
Phillips está convencido de que CIMAvax es un salvavidas. “Mi médico dice que es CIMAvax o la intervención divina lo que me mantiene con vida. Y no creo que sea una intervención divina lo que me conserva en pie”.
Pero también alertó que CIMAvax no debe considerarse como un tratamiento al final de la vida, cuando el cáncer está fuera de control. “Si tardan demasiado y esperan un milagro, no va a suceder”.
Phillips, quien tiene su propio negocio de fabricar bombas para parques acuáticos, conduce a Canadá desde su casa de Wisconsin y una vez en Toronto vuela hacia La Habana para obtener su suministro de CIMAvax. Siempre ha sido sincero con los funcionarios de aduanas cuando regresa a los Estados Unidos. Lleva la documentación del medicamento y las cartas de sus doctores en apoyo de la terapia.
“La primera vez que volví había creado una especie de fiambrera refrigerada con el medicamento. Lo puse en el mostrador y les dije que era un remedio refrigerado para el cáncer. ¿Por qué alguien querría quitarme la vida por algo como el embargo?”, dijo Phillips, quien asegura que nunca ha sido molestado en la frontera.
Nuevos ensayos y pruebas
Tanto en Cuba como en los Estados Unidos el cáncer de pulmón es una preocupación importante para la salud. Más de 4.500 nuevos casos se diagnostican cada año en la Isla y el 87% de ellos ya se encuentra en una etapa avanzada.
Uno de los problemas para combatir el cáncer de pulmón es la alta incidencia de tabaquismo. A pesar de las campañas públicas contra el hábito de fumar, muchos adolescentes cubanos todavía se inician en el vicio entre las edades de 14 y 18 años.
El trabajo continúa en el CIM con CIMAvax y otros tratamientos. Durante un ensayo de fase III, 270 pacientes cubanos fueron vacunados con CIMAvax y 175 no. Todos tenían cáncer avanzado de pulmón de células pequeñas, y recibieron quimioterapia como primera línea de tratamiento.
Los que recibieron al menos cuatro inmunizaciones tuvieron una tasa de supervivencia superior a tres meses que los que no lo hicieron. Según el investigador Pedro Camilo Rodríguez, no es una gran diferencia, pero sí una ventaja. Cinco años después, el 16.6% de esos pacientes aún vivían.
Aquellos con altas concentraciones de EGF en su sangre se beneficiaron aún más de las cuatro vacunas. Lograron un tiempo de supervivencia aumentado de seis meses. “El 23% de estos pacientes todavía están vivos después de cinco años”, añadió.
“Como consecuencia de nuestro ensayo clínico de Fase III, hemos desarrollado una prueba para medir los niveles de EGF en la sangre. Ahora se prueba a todos los que terminan la quimioterapia”.
Los investigadores cubanos estudian por qué algunos pacientes tienen niveles más altos de EGF que otros, y se está desarrollando un ensayo clínico que estudiará enfermos con niveles elevados de este factor. Se quiere ver qué impacto tendrá CIMAvax en el cáncer cuando está en su etapa inicial.
Mientras, legiones de científicos jóvenes con bata blanca –el centro cuenta ahora con más de 1.000 trabajadores– continúan trabajando con anticuerpos y otras proteínas recombinantes en el CIM, en un esfuerzo por crear nuevas medicinas para el tratamiento del cáncer y otras enfermedades del sistema inmunológico.
Su objetivo es contar con instalaciones de producción en Cuba y en otros países. “Todos están comprometidos con aumentar la supervivencia de nuestra gente”, concluyó el investigador.
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