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La Fiesta de la Bandera: una ceremonia en Santiago de Cuba que predice el futuro

Si la bandera ondea, el año que sigue es bueno; si esta no danza al compás de la brisa, entonces las siguientes hojas del calendario serán normales o regulares. Si por casualidad se enreda, eso sí que es un muy mal augurio

Fiesta de la bandera en Santiago de Cuba © Radio Rebelde
Fiesta de la bandera en Santiago de Cuba Foto © Radio Rebelde

Este artículo es de hace 6 años

A la media noche del 31 de diciembre los ojos de los cientos de santiagueros que se reúnen en el Parque Céspedes solo están pendientes de una sola cosa: el izamiento en la fachada principal del ayuntamiento de la insignia nacional, jolgorio que es conocido como «Fiesta de la Bandera».

Los nervios se crispan: si la bandera ondea, el año que sigue es bueno; si esta no danza al compás de la brisa, entonces las siguientes hojas del calendario serán normales o regulares. Si por casualidad se enreda, eso sí que es un muy mal augurio.

En 2011, aseguran algunos, la insignia se enrolló mientras subía, y tiempo después, en octubre de 2012, llegó el huracán Sandy, el ciclón más devastador que ha conocido esta antigua villa colonial. El 31 de diciembre de 1983, víspera del discurso de Fidel Castro cuando dijera la famosa frase de “Gracias, Santiago”, cuentan quienes asistieron que la insignia ondeó como nunca antes, algunos afirman que parecía ella empujar al viento y no al revés.

Este 2017, las personas que acudan a la tradicional ceremonia estarán muy atenta al famoso «momento adivinatorio», que se realiza justo pocos días después de que el presidente cubano Raúl Castro anunciara que en 2018 termina su mandato.

Todos conocen la fecha exacta en que inició la Fiesta de la Bandera y con ella la ceremonia de su izamiento. Pero absolutamente nadie sabe en qué momento las personas comenzaron a asociar el movimiento de esta, al subir, con el augurio del año siguiente.

Justo después de ser izada la bandera, ocurre en el Parque Céspedes, en el mismo corazón de Santiago de Cuba, otro singular suceso: el saludo colectivo donde todo el mundo le desea a la persona que está al lado, conocida o no, lo mejor en el año que recién inicia. Es, quizás, uno de los momentos más sinceros que usted podrá ver en su vida y, sobre todo, muy espontáneo.

Como si fuera el número de la bolita, la última noticia relacionada con las medidas de la aduana de Cuba o las novedades de ETECSA en materia de internet, las personas que no asistieron a la ceremonia, el primer día del año hacen la misma pregunta a quien sí acudió: “la bandera, ¿ondeó o se enredó?”.

Fiesta de la Bandera… una mirada desde los cronistas

En sus propias crónicas, con anotación del 31 de diciembre - 1 de enero, Emilio Bacardí detalló que “(…) a las 12 p.m. de este día instituye la patriótica Fiesta de la Bandera, izando, a dicha hora, en el mástil de la Casa Consistorial una bandera cubana de grandes dimensiones, costeada por suscripción popular y donada al Ayuntamiento. A esta simpática fiesta concurrió el pueblo de Santiago todo que vitoreó entusiasta la enseña gloriosa de la Estrella Solitaria, saludada también por las vibrantes notas del Himno Nacional y el alegre repicar de campanas, al comenzar el nuevo año, señalando en los arcanos del destino para la feliz instauración de la República Cubana”.

El primer alcalde que tuvo la urbe, apuntó, además, que “Una vez terminada la Fiesta de la Bandera, el entusiasta y patriota alcalde señor Bacardí, con una comisión del Ayuntamiento, la música de Bomberos y un gran contingente de pueblo, se dirigió a la morada de la distinguidísima viuda del general Antonio Maceo, la ejemplar matrona María Cabrales, y en nombre de la ciudad le testificó su felicitación de Año Nuevo, como lo hubiera hecho en la persona de su glorioso consorte, de vivir este. Oportuno rasgo delicado y patriótico, simpático gesto y feliz iniciativa del señor Bacardí que la dignísima dama supo agradecer, vivamente emocionada, convencida de que la ciudad de Santiago de Cuba y sus ejemplares representantes jamás olvidan a los que personifican nuestras glorias nacionales, aunque hayan desaparecido de nuestra mirada para siempre, ya que no de nuestros corazones”.

Se inició de esta manera una ceremonia que cumplirá 116 años el 31 de diciembre, iniciativa del gobierno de la República y que, sin embargo, el pueblo abrazó, a su forma, y convirtió en una tradición que llega hasta la actualidad.

Carlos Forment, que es considerado por muchos el continuador de la labor de Emilio Bacardí Moreau de recoger los principales acontecimientos de la urbe, publicó en sus «Crónicas de Santiago de Cuba» algunos detalles de la famosa ceremonia de izamiento de la bandera, que aunque revelan la importancia de esta, y más al pasar de los años, no hacen ninguna referencia al carácter adivinatorio de la misma.

A un año de realizada por primera vez, el 31 de diciembre de 1902, Forment escribió “Al dar el reloj de la Catedral las doce campanadas de media noche, que saludan la llegada del año nuevo, se efectúa en la puerta del Ayuntamiento –por segunda vez– la conmovedora ceremonia de izar la bandera nacional, que ascendió el Alcalde Sr. Bacardí, rodeado de concejales, autoridades, corporaciones y un gentío enorme que llenaba el parque Céspedes y calles anexas. Fuerzas de la guardia rural, de la caballería, dieron colorido al acto, igual que la banda municipal de música. Esta “Fiesta de la Bandera” fue ideada por el señor Ángel de Moya, afectuosamente conocido como “Chichi”, de quien escribimos y publicamos, en el diario “Oriente”, estas líneas:

Moya fue un cubano íntegro, temperamento exaltado, espíritu inquieto, preocupado por cuantos problemas reclamaran un esfuerzo cívico. Sus esfuerzos en favor del ornato urbano su cubanidad profunda y el ejemplo de su virtud, supervivirán a través de muchos años. Chichi Moya concibió la idea de regalar a la ciudad la primera bandera cubana que debía ondear en el edificio municipal, y, con la actividad que lo caracterizaba, comenzó la colecta que le permitió confiar a Luis Gómez, que tenía entonces un establecimiento en la casa Santo Tomás esquina a San Germán, el encargo de pedir a los Estados Unidos la gran bandera de ocho metros de largo, que durante muchos años se izó la noche del 31 de diciembre. La primera inquietud patriótica por nuestra bandera, se produjo el 7 de marzo de 1900, cuando el Ayuntamiento acordó interesar del Gobierno militar americano que permitirá sustituir la bandera estadounidense por la nuestra, cuya petición fue denegada. La primera “Fiesta de la Bandera” se efectuó la noche del 31 de diciembre de 1901, siendo alcalde de la ciudad don Emilio Bacardí, quien con el entusiasmo que caracterizó sus actos todos, calorizó el proyecto del señor Moya e instituyó como acto oficial, la ceremonia que el pueblo santiaguero contempla anualmente. El 20 de junio de 1901, el periodista y literato Joaquín Navarro Riera, (Ducazcal) redactó la minuta del escrito solicitando del Alcalde permiso para efectuar la emocionante ceremonia, firmando el primero el autor de la idea, señor Moya.

En los siguientes años, Froment siguió recogiendo detalles de la famosa ceremonia santiaguera, según se dice única en el país y en el mundo –al menos que se asocie con la adivinación del año siguiente–, pero ni una sola referencia a su poder de anticiparse al futuro.

En sus crónicas, entre los años 1909 y 1920, Forment relató que la «Fiesta de la Bandera» se asumió como parte de los festejos por el fin de año en Santiago de Cuba, que siempre se acompañó por el Himno Nacional y diferentes actividades culturales, detalles que se han mantenido hasta la actualidad, y en todo momento, frente a una enorme cantidad de personas.

En 1910, antes de comenzar la ceremonia, se efectuó en los salones del Ayuntamiento la colocación en el pecho del anciano Prudencio Martínez, la medalla de oro, y en 1911 se develó el cuadro “La jura de Hernán Cortés”, de Juan Emilio Herández Giro. En esa ocasión hablaron el señor Emilio Bacardí y el alcalde Dr. Grillo.

Tres hermanas izando la bandera

Esther Hechavarria Castellanos no oculta el orgullo que siente llamarse cubana y santiaguera. Tampoco esconde que izar varias veces la insignia nacional, durante la mítica «Fiesta de la Bandera», le produce igual regocijo. Ella, junto a dos hermanas, llegaron a realizar esta tradición, y son, sin lugar a dudas, una de las curiosidades más interesantes relacionadas con la antigua ceremonia.

“Comencé en el pelotón de ceremonias de Santiago de Cuba en 1995, porque siempre al observar los actos políticos y ceremonias militar sentía mucho deseo de formar parte de él y un buen día manifestándoselo a mi hermana ella me dijo que formara parte del batallón y adoré que me pudiera incorporar, y así después entró otra hermana más, éramos 3, Marta, Mariana y yo que me llamo Esther” asegura esta mujer y añade que “estuve en el bloque hasta el 2006 porque fui promovida a directora y ya asumía otras responsabilidades que no me permitían continuar pero puedo asegurar que me dolió mucho, la preparación era muy fuerte y con mucha exigencia como si fuéramos militares en ocasiones hasta un mes de preparación…”.

Es difícil imaginar los nervios que inundan las manos de las personas que izan la bandera, más cuando se conoce el arte adivinatorio que se asocia y en el momento en que cientos de personas –o miles si consideramos quienes ven por la televisión o escuchan por la radio– están al tanto de ese instante.

“Sentía un orgullo y un compromiso inmenso con el pueblo recuerda el gran anhelo de hacerlo bien y que la bandera ondeara lo más que pudiera, uno en esos momentos siente mucha presión todos los ojos están puesto en nosotros el compromiso era muy grande, momentos agradables, compartir entre amigos y al mismo tiempo un poco triste porque la familia está en casa esperando para cenar y se hace siempre después de hora, de todo corazón puedo decir que fue una de la más grande realizaciones de mi vida”, asegura.

Entre las manos de Esther, y de sus hermanas, estuvo una de las tradiciones más hermosas de Santiago de Cuba. Ellas acariciaron la historia. Con 116 años, la ceremonia de izamiento de la bandera ha sobrevivido con gran arraigo por el carácter popular que ha alcanzado. Esa es, quizás, su verdadera importancia, más que si es adivinatoria o no, si Bacardí participó o no en su creación e, incluso, más que el lugar donde se realiza.

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José Roberto Loo Vázquez

Periodista de graduación, y fotógrafo de pasión, dos historias que se entremezclan y atrevidamente me hacen llamarme fotoreportero. Si sumamos mi amor, por la ciudad de Santiago de Cuba, no es difícil entender mi preferencia: fotoreportero que gusta resaltar su urbe natal, la “tierra caliente”.


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José Roberto Loo Vázquez

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