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Raymel Casamayor es un joven cubano que ha sacado adelante, desde hace casi un año, su particular pulso al reguetón en una de las zonas donde más suena: Centro Habana. Cada domingo él y un grupo de amigos se plantan en el Parque Maceo con niños de los alrededores a los que enseñan que existe otra banda sonora cubana: la del son, la timba o la guaracha, que no se escuchan en las emisoras de radio de la capital cubana, pero ahí están.
El útimo de estos encuentros, incluidos en el proyecto ReConstrucción, tuvo lugar este 24 de diciembre, a las dos de la tarde. Así lo convocaba su promotor desde Facebook: "Vamos a estar con la laptop, repartiendo música para todo el que quiera. Salsita, rumba, guaguancó, mozambique, hip hop. Así que vengan", dijo.
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Dos semanas atrás organizaron un evento por la no violencia contra las mujeres y las niñas, también en Centro Habana, junto al colectivo Todas Contracorriente, la Red de Artistas y Deportistas Únete, el proyecto Paso a Paso de la Campaña Únete de la ONU, entre otros. El lugar y la hora, los de siempre (Parque Maceo, dos de la tarde). Su filosofía: "Lo bueno se pega".
Pero también han organizado karaokes infantiles como el del pasado 20 de noviembre, una hora más tarde de lo habitual, en el Parque Maceo.
La iniciativa de Raymel Casamayor busca compartir música con vecinos de Centro Habana que dentro de los solares que abundan por la zona y que el huracán Irma inundó y destrozó, sólo escuchan reguetón porque es lo que tienen a mano. Ninguno podría permitirse el lujo de comprar un disco de salsa en una tienda. En las condiciones precarias en las que viven la prioridad es comer. Por eso ReConstrucción se presta a grabarles música de ayer, de hoy y de siempre.
Aunque ya no son unos desconocidos, en Centro Habana se les identifica por su bocina, su laptop y sus sombreros de yarey.
Mientras ellos sacan adelante, sin apoyo institucional, una iniciativa que al principio causaba desconfianza, pero que hoy cuenta con el apoyo de los vecinos, que llevan sus móviles y tabletas para que les graben música. Chocolate sigue sonando en las emisoras de radio cubanas.
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