“Lalo” Domínguez, uno de los primeros ídolos del boxeo cubano 

Abelardo "Lalo" Domínguez laboró varios años como Director Boxístico en el Estadio José “Pepe” Barrientos, hasta que la muerte lo sorprendió subido en un cuadrilátero.

Lalo Dominguez © Boxrec/Archivos
Lalo Dominguez Foto © Boxrec/Archivos

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Este artículo es de hace 7 años

Abel Domínguez, conocido como “Lalo”, bien puede ser visto como el primer pugilista famoso de Cuba. Si bien es cierto que para 1918 – ocho años después de la llegada del deporte al país- nombres como los de Mike Castro y Chu “El Chino” Aranguren igualmente causaban sensación, la fuerza demoledora de los golpes de “Lalo” se robó el corazón de los fanáticos.

Tampoco podemos olvidar a pioneros de la talla de Enrique “El Topacio” Ponce de León, Frankie Torres, Joe “Chorizo” Herrera, “Fello” Rodríguez, Jack Coullimber, o “Cuco” Morales, pero “Lalo” sumó méritos suficientes para ganarse estatus de estrella durante el periodo inicial del arte de Fistiana en la Isla.


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Como muchos de los fajadores de la época, el mulato de las 135 libras debutó en el ámbito profesional sin previa experiencia en lides amateurs. Su bautismo de fuego aconteció en 1917 cuando enfrentó al más experimentado Frank Torres. Nadie avizoraba una victoria del novicio, sin embargo, todos callaron y las apuestas cayeron en picada tras su triunfo por la vía del nocaut en apenas tres asaltos.

En 1918, “Lalo”, Oscar García, Luis Smith y Mike Castro protagonizaron el cartel inaugural del Ring Cuba, el primer espacio público en que se ofrecieron combates abiertos. El ring fue emplazado en el patio del antiguo periódico Cuba, en la calle Empedrado, en La Habana, gracias a la faena de los promotores Vicente Cubillas y Bernardino San Martín.

Después de sus primeros éxitos, el herrero de oficio recibió clases de Mike Castro y mejoró notablemente su técnica: su jab fue más ligero, mejoró el balance de sus movimientos y ganó en experiencia. No obstante, sus argumentos boxísticos no dejaron de ser ofensivos, como quedó demostrado en la recordada pelea que sostuvo ante Jack Coullimber, el 3 de enero de 1919, en la cual derribó a su rival 26 veces en nueve asaltos para un record mundial, según los datos proporcionados por el historiador Enrique Encinosa en su libro Azúcar y Chocolate.

Por aquel entonces, el boxeo no era permitido por el Gobierno de la República, aunque varias organizaciones se desarrollaban. El Club Atlético, el Club Atenas, el YMCA, el Club de Dependientes, la Unión de Amateurs de Cuba y el Club de Aduanas fueron grupos importantes, decisivos todos en la realización del primer combate por un título mundial en Cuba, organizado en 1915 entre Jess Willard y el defensor Jack Johnson.

Las veladas eran anunciadas como “exhibiciones” y se celebraban en Teatros y Sociedades, como el “Black Cat”, situado en Prado y Ánimas, y el Recreo de Belascoaín. Los carteles eran sometidos a constantes suspensiones, por lo que en no pocas ocasiones los pugilatos fueron trasladados a Matanzas, al interior del país, a zonas de Marianao.

Estas circunstancias hizo casi imposible poder seguir acertadamente los balances de éxitos y fracasos de las principales figuras del país. El panorama cambió radicalmente cuando el 13 de diciembre de 1921 se legalizó el Deporte, con la creación de la Comisión Nacional de Boxeo y Luchas. Unos meses después, el 11 de mayo de1922, tuvo lugar su primera reunión oficial y la primera toma de acuerdos oficiales.

Los presentes en el referido encuentro determinaron los primeros monarcas profesionales de la mayor de las Antillas y uno de los protagonistas resultó “Lalo” Domínguez, quien fue establecido como el rey lithgweight. Tal distinción lo estableció como campeón de las primeras dos épocas –una tercera sobrevino tras el 1 de enero de 1959- de la actividad boxística criolla, es decir, antes y después de la legalización del boxeo en nuestro país.

La primera defensa de su faja sucedió el 1 de septiembre de 1923, al maniatar a Pedro Frontela. La perdió el 31 de enero de 1925 frente a Cirilín Olano. Un par de años más tarde - el 5 de febrero de1927- nuevamente enfrentó a Olano para recuperar el título sin resultado positivo. Además, combatió hasta en siete ocasiones contra Ponce de León, tres veces campeón welterweight, con saldo de cuatro sonrisas, dos empates y un revés.

Otros de sus contrarios fueron los norteamericanos Young Ritchie y Joe Carmel, Eliseo Quintana, Aramís del PinoTommy White, y el de España, Julián Morán, al que venció en tres de los cuatro pleitos. Casi en la recta final de su trayectoria, chocó guantes con el reconocido chileno Stanislao “Tany” Loayza, el peruano Kid Linares, y Armando Schaeckels.

La bolsa más significativa que logró apenas rebasó los 100 pesos, a pesar de su fama a nivel nacional. Nunca llegó a tener categoría mundial, pero sí es visto como uno de los principales pugilistas entre los considerados pioneros del boxeo cubano.

Tras su retiro, “Lalo” preparó a centenares de pugilistas en el Centro de Dependientes del Comercio de La Habana y actuó de second y de referee en innumerables ocasiones. Su faena fue congratulada el 30 de Octubre de1927 por sus inmensos méritos como entrenador. Ese día se le obsequió magnífica una Copa de Plata y la Bandera Roja y Negra de la institución del comercio.

Al triunfar la llamada "Revolución", Abelardo Domínguez continuó su misión y laboró varios años como Director Boxístico en el Estadio José “Pepe” Barrientos, situado en la barriada de Lawton, donde sufrió un fulminante ataque al corazón durante una sesión de trabajo.

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