El dilema de profesionales que se pasan al sector privado en Cuba

El motivo económico es recurrente, pero no es la única causa.

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Este artículo es de hace 7 años

Son varias las razones por las que los profesionales cubanos abandonan su profesión y emigran hacia el sector privado. Es cierto que el motivo económico es recurrente, pero no es la única causa. Así lo demuestra un reportaje de Palenque Visión publicado por Martí Noticias, que entrevistó a un abogado y a una licenciada en Cultura Física, quienes se ganan la vida en una labor muy diferente a lo que un día soñaron.

“Es duro, porque yo siempre quise ser abogado", confesó entre lágrimas Carlos Manuel, que abandonó el bufete colectivo donde trabajaba y hoy administra una pizzería.


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El principal motivo de su deserción fue el factor económico. “¿De qué vive el abogado? –explicó–, de lo que le regala el cliente. Sin caer en ningún tipo de ilegalidad, no hay que pedirle al cliente, él te ve pasando hambre y te compra un refresco (…). Por eso me fui”.

La mamá de Diosdely, licenciada en Educacion Física, no entendía por qué su hija dejó su especialidad para ser carnicera. “Por las necesidades de la vida”, le contestó la muchacha.

A Disodely le gusta lo que hace ahora; y en cuanto al dinero, reconoce que aunque no le sobra, al menos con su salario puede comprar lo que quiere. Fue la decepción la que la empujó al sector privado, no solo el aspecto monetario.

“Vengo de una escuela de deporte, toda la vida lo que he hecho es deporte. Me cambian de mi profesión, que es Cultura Física; nunca trabajé con abuelos ni con niños. Además, llegas y no hay condiciones: ni áreas, ni instrumentos…, es mejor pedir la baja y ya”.

Yoel Espinosa Medrano vive en Santa Clara. Es licenciado en Lengua y Literatura Inglesa, pero tampoco ejerce su especialidad. No “se fue” por voluntad propia, lo obligaron.

En entrevista concedida a Radio Martí, reveló que lo hicieron abandonar la educación por su forma de pensar, que no concordaba con los preceptos que estaba pidiendo el sistema. “Tuve problemas y me expulsaron. Pero yo amo mi profesión, aunque no de la forma que ellos piden”, dijo.

Hoy dirige una cafetería, y se siente orgulloso de lo que ha logrado. Admite que con su esfuerzo y capacidad de gestión puede lograr ganancias que nada tienen que ver con el salario que cobran la mayoría de los trabajadores del sector estatal.

“Nosotros hemos echado adelante los negocios bajo una férrea persecución de las autoridades, que no quieren que los trabajadores por cuente propia prosperen, porque estamos obteniendo más ganancias de las que el estado previó que podíamos tener”.

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