Documentos revelan que había niños canadienses entre las víctimas del "ataque acústico" en Cuba

National Post afirma ahora haber tenido acceso a la correspondencia electrónica de los diplomáticos de Ottawa en La Habana.

Raúl Castro y Justin Trudeau © Granma
Raúl Castro y Justin Trudeau Foto © Granma

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Este artículo es de hace 6 años

Documentos revelados recientemente por el Gobierno canadiense y citados por el diario National Post confirman que habría niños canadienses entre los afectados por los “ataques acústicos” que tuvieron lugar en La Habana en los dos últimos años.

Ya en el pasado mes de septiembre, la agencia de prensa estadounidense AFP mencionó que había niños canadienses entre los afectados, y que alrededor de diez canadienses habían sido perjudicados por los “ataques”.


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National Post afirma ahora haber tenido acceso a la correspondencia electrónica de los diplomáticos de Ottawa en La Habana, en la que asegura haber constatado que "los funcionarios de Global Affairs Canada descubrieron ya en abril que el personal de la embajada canadiense y sus familias en Cuba reportaban misteriosos problemas de salud".

Añade que en el mes de mayo: "Se apresuraron a determinar si los síntomas graves que estaban informando podían ser psicosomáticos".

La nota de prensa no ofrece mayores precisiones ni menciona la cantidad exacta de niños que presuntamente habrían sido afectados por los “ataques acústicos”.

El 11 de mayo de 2017 la misión canadiense en La Habana envió a colegas de Global Affairs Canada una solicitud formal para "determinar los próximos pasos”, en caso de que los canadienses de la misión diplomática experimentaran nuevos síntomas. No obstante, tomó algunas semanas que se hicieran las debidas pruebas y que el gobierno de Canadá enviara personal médico para evaluar correctamente los síntomas.

El 6 de junio, la misión solicitó urgentemente que se enviara una carta ministerial al Departamento de Defensa Nacional para que los doctores militares canadienses se movilizaran sobre el terreno. Incluso se organizó una reunión ese mismo día en La Habana para "asesorar sobre el aumento del nivel de amenaza".

Un informe adjunto incluía una solicitud de aclaración sobre las edades de los niños involucrados, aunque de acuerdo con las líneas de medios preparadas a partir de agosto, los funcionarios canadienses recibieron instrucciones de no revelar al público si algún niño había sido afectado.

El documento también detalla los síntomas que experimentaban los canadienses y que se corresponden con los explicados también por los norteamericanos: "dolores de cabeza, mareos, náuseas, pérdida de audición, hemorragias nasales, funciones cognitivas, incluida la pérdida de memoria a corto plazo".

Se mencionaba “un tratamiento de seguimiento, cuidado y rehabilitación"; y se indicaba igualmente que comenzaran "a prepararse para planes más amplios para evacuar al personal canadiense y / o sus dependientes" como un próximo paso.

En un informe del 8 de junio, la lista de síntomas se amplió e incluía además pérdida de la conciencia, visión borrosa, falta de equilibrio y dolor de oído.

"Muchos han escuchado ruidos extraños en sus residencias y han experimentado síntomas que no habían tenido antes en sus vidas”, decía.

El 9 de junio, el jefe de la misión solicitó a un asesor médico que viniera a La Habana "lo antes posible" con el fin de examinar a las familias de todos los diplomáticos canadienses allí. El viaje para un médico de Health Canada fue aprobado para la semana siguiente.

Unos días después, los correos electrónicos muestran que el personal de seguridad adicional enviado a las residencias canadienses habían sido "avisados ​​para aumentar sus patrullas alrededor de las propiedades y estar más atentos para informar cualquier actividad o vehículos (inusuales)".

Hacia el 16 de junio, la lista de cosas por hacer incluía buscar consejos sobre "dispositivos de bloqueo de sonido" y "equipos de grabación", e informar a los diplomáticos canadienses "sobre la amenaza y el riesgo".

El médico de Health Canada llegó el 18 de junio y celebró un encuentro con personal canadiense el 21 de junio, durante el cual enfatizó "los síntomas y los hallazgos son similares a la experiencia de los EE.UU.".

Tantos meses después, y con idas y venidas múltiples, lo cierto es que sobre los ataques sigue sabiéndose muy poco. Lo fundamental es que fueron afectados en torno a 10 canadienses y 24 norteamericanos.

Los ataques habrían tenido lugar en los respectivos domicilios y también en el hotel Capri, y lo que sí son incontestables son las consecuencias: EE.UU. retiró a más de la mitad de su personal en La Habana, expulsó a dos tercios de los funcionarios de la embajada cubana en Washington, y recomendó a los estadounidenses que no viajen a Cuba.

Canadá no ha tomado ninguna medida similar, y hay quienes incluso se han llegado a plantear que su presencia en el entramado ha sido un simple juego al “despiste” sobre el destinatario fundamental: Estados Unidos.

El Gobierno cubano, por su parte, no ha parado de defenderse y de argumentar, de modos muy disímiles, que no es culpable de nada de lo que se le achaca. Mientras tanto, la enigmática historia de los "ataques acústicos" da indicios de continuar, aunque a capítulos.

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