Hace unas horas acabó la dramaturgia de Víctor Mesa en la 57 Serie Nacional. Como si la vida le diera la espalda al estelar exjardinero y su karma fuera fuente de energía negativa, su equipo Industriales quedó eliminado en la ronda semifinal y de nuevo el trofeo de campeón nacional se le esfumó al número “32”.
No perdió con Villa Clara. No perdió con Matanzas. Ahora fue el turno de la selección más ganadora de la pelota cubana. La maldición de VM32 continúa.
Su situación resulta casi inexplicable. Es la del genio excéntrico que saca la paloma de la chistera tras las bambalinas y el truco le falla ante la multitud. El contexto de Víctor es el del hombre que vive en el sendero de lo extravagante. Víctor el rebelde. Víctor el mediático. Víctor el ganador. Víctor el perdedor. Víctor el creyente. Víctor el sabiondo. También el descerebrado.
No obstante, el manager cumplió casi todos los objetivos que planteó el día en que lo presentaron a la prensa. Recuerdo que su meta era clasificar a Industriales y colocarlo en puestos de privilegio. Cumplió. Manifestó que iba a llenar el estadio Latinoamericano. Cumplió. Expresó que la selección iba a pelear. Cumplió. Pero Víctor, seguramente, hubiese preferido un Coloso del Cerro vacío, desierto, si al final el premio era la corona.
Una vez más, la carrera de Víctor como director toca fondo. Un fondo oscuro, porque ciertamente volvió a incumplir consigo mismo, por sobre todo. Y estoy seguro que el más triste es él, Víctor, quien no debe entender todavía qué pasa, qué sucede, por qué tantos 'No' si fue, es y será una persona dedicada al béisbol. ¿Acaso no lo merezco ya?, tal vez se pregunte.
Las Tunas noqueó 10x0 a Industriales en el Estadio Julio Antonio Mella. El séptimo juego fue, de lejos, el peor de los partidos celebrados en la semifinal, pero el más feliz para los Leñadores de Pablo Civil, que asaltaron la historia a golpe de batazos.
No sé si ahora sonría Guillermo Carmona, quien fue apuñalado antes del comienzo de la 57 SN. Carmona era señalado como el manager de los Azules hasta que el villaclareño entró en escena, mandó a bajar el telón y tomó el guión de la obra. Por enésima vez, Víctor quería ser el protagonista principal, dio un poderoso mazazo en la mesa y le proporcionaron las llaves del teatro.
El Latino se colmó de seguidores, es cierto, pero Víctor hubiese preferido un espacio vacío, triste, si el jurado (el azar o la vida) le otorgaba el premio principal del mayor evento deportivo-cultural de un pueblo que respira bolas y strikes y nuevamente lo tendrá como su tema principal para los comentarios.
La duda es: ¿Víctor Mesa no continuará de Azul o lo intentará una vez más?
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