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"Cuba autorizará la entrada y salida vía marítima de ciudadanos cubanos residentes en el exterior en embarcaciones de recreo", anunció hace tres meses el canciller cubano Bruno Rodríguez durante el IV Encuentro de Cubanos Residentes en EE.UU.
Ante semejante anuncio, normal era que los trabajadores de la Marina Hemingway, en La Habana, se entusiasmaran con la presunta llegada de yates de ciudadanos cubanoamericanos.
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Sin embargo, un reciente reporte de Diario de Cuba indica que todavía no hay barcos a la vista. El citado medio destaca el testimonio de un marinero de la base náutica, quien ha precisado que hasta la fecha “Ha entrado un solo yate y lo metieron preso”.
Y añadió: “Era un coronel retirado que solo tenía cinco años viviendo en Estados Unidos y violó la ley que exige diez años para poder entrar. Lo soltaron y se fue. Después de eso, a la marina no ha entrado más ningún yate”.
Pese a que “mecánicos, personal de mantenimiento, empleados y custodios, habían recibido adiestramiento con el fin de estar más capacitados para realizar su trabajo, lo cierto es que de momento no tiene clientes y esperan con ansias el momento de poder poner en práctica lo aprendido.
Otro trabajador ha señalado entre las posibles causas del nulo éxito que ha tenido la medida -al menos de momento- que las regulaciones son muchas y los precios muy caros.
Un ejecutivo del puerto, por su parte, explica que pese a que se recuperaron 68 torretas de La Marina en vistas de la llegada de nuevos yates “todavía tenemos problemas con la iluminación y conexión en muchas de ellas", es decir, que la preparación para una presunta llegada de varios yates es relativa, y que una elevada afluencia pondría en aprietos a la instalación en algunos sentidos.
"En el periódico Granma salieron las restricciones impuestas por la Aduana para los visitantes. Una dice que solo puede traer en el yate sus objetos personales. ¡Imagínate! Para eso mejor cogen un avión. También se regulan los contactos del visitante con el pueblo, otra locura, porque el que venga va querer salir con su familia y con sus amigos y algunos buscarse novias. Además, el costo del pie de muelle es una barbaridad, como el costo de la electricidad y el agua. Parece más bien una ley para que no vengan", indica un entrevistado por DDC.
Y otro subraya la frustación: "Todos creíamos que este enero iba a ser florido, con mucho trabajo y muchos CUC, pero nada. Si hay 20 barcos en toda la Marina es mucho, mayormente de Inglaterra, Canadá y Francia, que son los tres países de donde más vienen. Casi todos son gente que tienen negocios en Cuba, que llevan ya bastante tiempo anclados y son casi como cubanos porque ellos mismos se 'hacen el barco', no necesitan mecánicos porque de tanto anclaje han aprendido a arreglarlos y apenas interactúan con la gente del muelle".
De momento se respira mucha decepción entre los trabajadores de la Marina Hemingway, tanta, que viene a cuento aquello de "mucho ruido y pocas nueces".
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