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Amelia Montero Hernández no tiene teléfono en su casa. Los médicos del Hospital William Soler en La Habana le han dado todos los certificados necesarios para que las autoridades le apruben uno, dada la necesidad que esta tiene de mantenerse en comunicación constante con el centro. Su caso ha pasado al estatus de prioritario, pero Amelia lleva un año en trámites burocráticos y continúa desconectada.
Hernández ha escrito a la sección de cartas del periódico Juventud Rebelde para quejarse. "Por favor, me urge que se reúna la comisión para la aprobación de mi teléfono. No es un lujo, es una necesidad. Apelo a la sensibilidad humana. Mi hijo lleva un seguimiento continuo y constante con el hospital, y con una llamada se gana tiempo", explica la madre deseperada al diario.
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Ella tiene un bebé de un año que padece cuatro cardiopatías. Su enfermedad, conocida como Tetralogía de Fallot, le fue detectada a los 14 días de nacido y a los cinco meses debió someterse a su primera interveción quirúrgica. Madre e hijo viven en el edificio A13, apto. 18, Zona 2 de la barriada de Alamar, en Habana del Este. El pequeño se atiende en el cardiocentro del Hospital William Soler, a más de 20 km de distancia.
En febrero de 2017 presentó los papeles al Poder Popular y le explicaron que su caso iría a una comisión para discusión y aprobación. Tras varios meses de espera, la solicitud llegó a manos de Mayra León, a cargo de estos trámites. Y aunque esta le confirmó que ya la disponibilidad técnica estaba aprobada y que su nombre aparecía en la lista para las instalaciones previstas en diciembre de 2017, Etecsa, el monopolio de las comunicaciones en Cuba, no ha pasado por su casa.
En Cuba la telefonía móvil es extremadamente costosa y trasladarse en transporte público de un municipio a otro de la capital puede hacer que un viaje de 20 km supere las dos horas de trayecto.
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