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¿Adónde vamos a parar? – vocifera, nasalmente e imperturbable, el Buki, sin que pueda, el oído de un terrenal sensible, ser capaz de tolerarlo.
Por un lado, el estado de la nación repite el idéntico pésimo guión que siempre hemos escuchado.
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Y que de sobra conocimos en el socialismo - en cada congreso, en cada reunión, en cada informe, en cada mesa redonda, o en cada alegato de ocasión - como los "logros alcanzados por el país, durante el pasado período-quinquenio-lustro-decenio-o-quincuagésimo aniversario que recién concluye".
¡Qué soporífero inextinguible! ¡Cuánta perorata y pérdida de tiempo! ¡Qué tabaco infumable! ¿Cuántos años continuarán tupiéndonos con lo mismo?
De nuevo otra asamblea más de balance o de méritos y deméritos.
La misma aburrida y cansona puesta en escena de costumbre. Por todos lados.
Super chea escenografía. Y el diseño de vestuario, carente de gracia. Lo cual es mucho más lamentable, entre tanta gente potentada y opulenta.
Horrorosos - por insípidos - intérpretes. ¡Hasta el maquillaje de los protagonistas, no ya de los extras, se ve rancio! Usado después de la fecha de vencimiento.
Excúseme: lo que sucede allí, acontece en todos lados. A todos los niveles. En todos los estrados. Lo que pasa es que nunca nos enteramos
Oscar Wilde sentencia, desde su sufrida e injusta ignominia: "Cuanto más conservadoras son las ideas, más 'revolucionarios' son los discursos".
Mientras que, por otro lado, es decir, en la otra costa - ¡estamos rodeados y no precisamente por agua! - una suerte de "parametración" parece conmover al reinado dorado de Hollywood.
Excúseme: lo que sucede allí, acontece en todos lados. A todos los niveles. En todos los estrados. Lo que pasa es que nunca nos enteramos.
Pero en la paradisíaca fábrica de sueños en celuloide se desatan – por períodos, como oleadas, al parecer, cíclicos - una suerte de Brigadas de Acción Rápida, que arremeten en nombre de una moral, altamente sospechosa, falsa, mentirosa, conservadora, hipócrita y con olor a naftalina.
Hemos de hacer un alto en este punto para afirmar, sin resquemor alguno, nuestra posición al respecto.
En primera persona. A mí me hubiese encantado, aunque fuera alguna vez en la vida, haber sido depredado sexualmente por Kevin Space.
Y ni mencionemos a James Franco, por lo que más quieran.
Nunca se conocen las versiones de todas las partes en estos, ya habituales, escándalos.
Y que conste: respetamos profundamente a las verdaderas víctimas de toda violencia sexual.
Pero es de mucho dudar, todo el circo que constantemente se origina – para bien, o para mal - alrededor de las celebrities, sus devaneos eróticos y hasta el más mínimo detalle, segundo o dato - por demás insignificantes - de sus aclamadas vidas.
Simplemente se acusa, lanzando una bola, que crece, se agranda y genera jaurías.
El caso más antiguo que conozco de ese túrbido ambiente – del que ya sabemos, hace rato, qué, a pesar de que corra el dinero allí a borbollones, aquello es fantasía chancletera de a peseta – fue una de las estrellas más populares del cine silente, en la primera década del pasado siglo XX.
Roscoe Conkling Fatty Arbuckle. Más conocido en castellano como el Gordito o Grasita. Y qué, en Cuba le agregarían "de puerco" o "empella", los más solariegos. Un comediante, director y guionista, que en la Keystone Studios trabajó con Mabel Normand y Harold Lloyd. Fue mentor de Charles Chaplin – quien también sufrió de acusaciones injustas durante toda su vida - y descubrió a Buster Keaton. Un tipo grasiento que, en menos de los que canta un gallo se convirtió en uno de los actores mejores pagados en el mundo.
El obeso Rosquita, del que quizás muchos se burlaron en la escuela, estaba ahí. Por todo lo alto. Tirándose el pedo más alto que el culo y firmando un contrato, con la Paramount, por un millón de fulas. Qué en ese tiempo, era mucho menos que ahora. Aunque todavía sigue siendo un montón. Pero era una cantidad inaudita para esos días. Incluso en la "meca del cine". O sea, que "el grasa" la pegó y bateó jonrón. Pesando de 250 a 300 libras y arrojando tartas de merengues a malanga y tuttiplén.
La prensa amarillista se volvió loca con la historia. Algunos artículos decían que Arbuckle había aplastado a Rappe con su gordura desmesurada. Otros, que la había violado con un objeto extraño. ¡Di tú! (?) ¡El pito no sería! ¿Quién ha visto un gordo con sentimientos?
Para celebrar el éxito desmedido, metió un tronco de 'fetecún', en un hotel en San Francisco. Con grandes cantidades de 'chispa é tren'. Y en plena época de la prohibición del alcohol, conocida como la Ley Seca. Allí falleció, en circunstancias extrañas, una joven actriz qué, curiosamente, respondía al nombre de Virginia Rappe. Lo cual, traducido al español, viene siendo como: virginidad violada. Evocación, al margen, de aquella Fe del Valle, que se nos quemó junto a El Encanto, en los años sesenta de la Cuba "revolucionaria".
La prensa amarillista se volvió loca con la historia. Algunos artículos decían que Arbuckle había aplastado a Rappe con su gordura desmesurada. Otros, que la había violado con un objeto extraño. ¡Di tú! (?) ¡El pito no sería! ¿Quién ha visto un gordo con sentimientos?
La opinión pública fue despiadada y el caso se erigió en un símbolo de la inmoralidad cinematográfica. Aunque luego, a escondidas, muchos siguieron - y seguirán - practicando los mismos despelotes y desmadres. No sé si será porque eso forme parte de la naturaleza intrínseca de los creadores.
William Randolph Hearst – el mismo corrupto magnate que inspiró el filme Citizen Kane - se jactó de que la historia de Arbuckle vendió más periódicos que el hundimiento - a causa de un submarino alemán - del Lusitania, uno de los más grandes transatlánticos ingleses que surcaron las aguas. Y uno de los mayores desastres navales, durante la Primera Guerra Mundial. Los cines dejaron de mostrar sus películas. ¡Cojo, puedes acogerte a la botella! Y a Fatty no le vimos nunca más. Murió a los 46 años. De un ataque al corazón. Mientras dormía.
Sale a escena, otra vez, el fantasma de Oscar Wilde, que altilocuente declama: "La sociedad perdona a veces a un criminal, pero no perdona nunca a un soñador".
En respuesta a aquel escándalo, se estableció el código Hayss. Que vigilaba, hasta la duración de los besos. Como un CDR de pantalla.
Y eso atrasó progreso, cultura y conocimiento. Pero…
Para la mayoría de nosotros, la verdadera vida, es la vida que no llevamos.
Oscar Wilde (de nuevo)
No hay que creer cuento alguno.
Detrás de cada noticia o texto hay una mano guiada por una mente, que la escribe. Y que nos quiere conducir o guiar hacia su manera de pensar.
Según Coleridge, el talento es lo mejor repartido del mundo; pues todo el mundo cree que lo tiene. Y efectivamente, cada uno tiene el suyo. Uno o varios talentos. Para determinadas cosas. Hay quien más. Y hay quienes menos. Hay quien no llega nunca a desarrollar el suyo. Quien no lo encuentra jamás. O quien lo extravía en el camino.
Pero ante el talento demostrado, sólo nos queda rendirnos.
No podemos imaginar a Passolini ni a Nijinski ni a Toulouse Lautrec ni a Lorca ni a Shakespeare ni a Van Gogh - entre tantos otros, muchos, denostados por sus insinuaciones, perversiones o "acosos" sexuales – siendo otra vez mutilados, censurados, asesinados, criticados y acallados. La providencia nos libre de que desaparezcan o prohíban, sus "raras" clarividencias. Y aquí nos apropiamos de lo escrito por un preclaro y lúcido amigo, ese gran director de teatro que es Carlos Celdrán:
“Las grandes obras que todos disfrutamos y, con las que la vida nos resulta más transparente y mejor, no han sido hechas, en cientos de ejemplos, por personas exactamente buenas, moralmente impecables. Beethoven, Sade, Brecht y una larga e infinita lista han sacado de sus más oscuras zonas el arte que trasciende y que nos conmociona. No justifica que no sancionemos las conductas humanas, Genet fue a prisión por robo y crímenes en los que se vio implicado, pero no por ello podemos prescindir de la grandeza que logró entregarnos con sus novelas, un esfuerzo titánico por ser mejor ser humano a través de su obra. Es peligroso aplicar al arte la moral, lo que no quita que la justicia aplique su peso a quien la transgreda. La obra es lo mejor del hombre, siempre. ¡Peligro!”
¿Por qué hay que, ahora, renunciar al inmenso talento, ampliamente demostrado, por Kevin Space, para creer en un total desconocido, que lo acusa y recuerda, vagamente, haber sido mancillado, en una especie de coitus interruptus, pero que sólo ha demostrado capacidad para denunciar o acaparar la atención de los medios? También habría que preguntarse dónde estaban sus padres o parientes y cómo un adolescente andaba metido en una fiesta de adultos ¿no?
Lo que pasa con el consenso de personas crecidas, entre ellas queda. ¿Cuánta verdad puede sacarse en un cosmos que tiene sus basamentos en la mentira y que se alimenta de la ficción?
Wilde encore: La vida imita al arte mucho más que el arte a la vida.
Para nada es esto la apología de alguna injusticia. Pero las acusaciones sexuales transitan los terrenos cenagosos de lo incierto, de lo improbable, del quién sabe… Y se rigen, cada día más, por el qué dirán.
Se ha hecho mucho en cine sobre ello. Existe una muy atrevida película para su época, protagonizada por Burt Lancaster, titulada La mala semilla, donde una niña lo acusa de una lascivia malévola y ficticia. ¡Bravo por la posición francesa que lidera Catherine Deneuve y apoya Juliette Binoche!
Se trata también de proteger el espacio donde, con respeto y clase, pueda coexistir la libido inmortal e imprescindible para las relaciones humanas. Detrás de las justas demandas de algunos abusados, suele colarse un tufillo a moralina, a envidia, a manipulación, a mentira y frustración.
¿Volver al closet? ¡Ni pensarlo! ¡Ni un paso atrás!
Tal y como, más o menos, respondía el inigualable escritor español Antonio Gala: "Yo no salí de allí; a mí me empujaron hacia afuera, porque allá adentro hay tremenda molotera".
Tal y como, más o menos, respondía el inigualable escritor español Antonio Gala: "Yo no salí de allí; a mí me empujaron hacia afuera, porque allá adentro hay tremenda molotera".
Si van a quitar a Kevin Space de sus series y películas, ¿por qué no eliminar todas las imágenes de Dios en una Iglesia que coexiste pletórica de casos de abusos sexuales con menores? Y bueno, si quieren, castíguenlo a él, pero ¿por qué nos castigan a sus espectadores? ¿Por qué la expiación para con los que queremos seguirlo viéndolo actuar? ¡Kevin, ven conmigo! ¡Ven a mis brazos James!
Algo huele a podrido en el reino de Dinamarca, sigue enunciando Shakespeare desde su Hamlet.
Y ahora, además, la cogieron con Woody Allen. ¿Hasta cuándo?
"Tenemos arte para no morir de la verdad", según Nietzsche.
A lo largo de la historia, hasta la actualidad, han existido, hay y habrá, otros más depravados y mucho más peligrosos, que arrastran multitudes de fanáticos legionarios, irrazonables matarifes y feroces seguidores. ¡Remember Adolphito, cariños! Y llegan a dirigir empresas, clanes, consorcios, negocios, ejércitos y hasta el gobierno del orbe.
Sin una gota de talento.
Como no sea el que despliegan, para cagarle la vida a los demás, robar, matar, mentir, violar, asesinar, perseguir, engañar, maniatar, obligar, explotar, censurar, prohibir, negar, y en fin… el mal.
¡Esos son los que se tendrían que acabar!
Borrarlos por completo de nuestras irrepetibles existencias.
El artista es por esencia iconoclasta, alternativo, contestatario, contrario, problemático y anarquista.
Péguese un grito alto y bien fuerte, a ver si el sordo de Dios, allá lejos, en su cielo escucha:
Down con Trumpastro, papacito, por lo que más quieras!
Que en buen cubano es decir: ¡Abajo Castrump, asere!
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