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La historia del béisbol cubano está llena de nombres - y hombres - cuya presencia en los diamantes ha constituido motivo de orgullo y regocijo para toda una nación.
Con posterioridad a 1959, la receptoría dio nombres como Lázaro Pérez, Juan Castro, Pedro Medina, Albertico Martínez, Ariel Pestano, entre otros. Se habla de la primera base y vienen a la mente dos apellidos: Marquetti y Muñoz, aunque se debe mencionar a Elpidio Mancebo, Felipe Sarduy, Leonel Moa. Se habla de segundas, y saltan los nombres de Urquiola, Padilla, Urbano, Pacheco. Se habla de terceras bases y vienen los nombres de Cheíto, Linares, Vargas. En los jardines estarán siempre Capiró, Gurriel, Casanova, Víctor Mesa...
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Sin embargo, en la llave del cuadro, el campo corto, usted podrá mencionar Agustín Arias, Rodolfo Puente, Pedro Jova, Evenecer Godínez, pero no podrá olvidar jamás el nombre del capitalino Germán Mesa, para muchos, el mejor torpedero que ha tenido la pelota cubana en todas sus épocas.
De rápidos movimientos, con un desplazamiento increíble, y manos hábiles tanto en aquella enguantada, como aquella usada para pivotear o tirar a las bases, el apodo de "El Mago" no le vino de casualidad a este pequeño hombre que, dentro del terreno, era todo un gigante.
Germán nunca tuvo la oportunidad de medirse en la llamada Grandes Ligas, pero su habilidad en la posición le he permitido ser comparado con grandes de la posición que sí estuvieron en la Gran Carpa.
A ello contribuyó que un Guante de Oro en Grandes Ligas, el también capitalino Rey Ordoñez, uno que era "segundo de Mesa" en los Industriales, lo expresara en más de una ocasión: que el mejor torpedero que él había visto en su vida era el pequeño Mesa.
Hoy, la página de la MLB Cuba lo ha recordado. Y lo ha sugerido, casi asegurado: no ha existido mejor torpedero en Cuba, que "El Mago" Germán Mesa.
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