¿Debería suspenderse el intercambio cultural entre Cuba y Estados Unidos?

"A los artistas cubanos no les cuadra que les impidan, solo a ellos, viajar".

Haila María Mompié, cantante cubana. © Cubadebate.
Haila María Mompié, cantante cubana. Foto © Cubadebate.

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Este artículo es de hace 6 años

Una nueva petición circula por las redes sociales: eliminar el intercambio cultural entre Cuba y Estados Unidos. Incluso fue posteado en el sitio web change.org. La artista cubana radicada en Miami, Mayda Saborit, promueve la demanda. Varias personas, entre las que se cuentan opositores al régimen de La Habana, se hacen eco de la misma y esperan que la Administración Trump haga algo al respecto.

El intercambio cultural se oficializó cuando Obama ejercía como presidente. A raíz de esto se incrementó la presencia de músicos cubanos residentes en la Isla en varias ciudades de Estados Unidos. Principalmente en Miami, Houston y Las Vegas. Gracias a la misma los artistas se han beneficiado en gran medida de sus presentaciones debido a bien remunerados contratos. Así mismo el público cubano radicado en las mencionadas ciudades también disfruta de la versatilidad de la música criolla.


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Pero, ¿por qué la petición?

En los últimos días hemos visto con desagrado cómo los músicos cubanos se han ofendido verbalmente en las redes sociales. De igual modo cada vez que van a un programa de televisión y les cuestionan la dictadura cubana todos se han mostrados cautelosos y esquivan la conversación.

El exilio cubano les exige que sean más concienzudos y se expresen. Otra parte del público arremete contra la diáspora y le critica que los artistas son simplemente artistas, que no tienen por qué meterse en política.

Todo resulta gracioso si vemos que un cantante tiene todo el derecho a opinar sobre su gobierno. Varias personalidades norteamericanas así lo hicieron cuando Donald Trump aspiraba a la Presidencia. Y aún lo hacen. En Venezuela muchos se manifiestan contra el sistema de Nicolás Maduro. En México, otros tantos hacen lo mismo contra Peña Nieto. ¡Y muchísimos ejemplos más!

Sucede que en el caso cubano, los artistas no quieren perder sus posiciones y posesiones en la Isla. El interés personal de estos está por encima del bienestar general. No hemos visto hasta ahora alguna donación por su parte para con el sufrido pueblo. ¡Ni tan siquiera se pronuncian por una ayuda o acción que vislumbre un giro de 180 grados!

No importa si implica tener un doble rasero y presentarse sumisos ante los mandamases, pero mientras el cubano de a pie espera algún día la resurrección de la democracia, ellos hacen mutis y voltean el rostro siempre que de Cuba se intenta hablar.

No importa si implica tener un doble rasero y presentarse sumisos ante los mandamases, pero mientras el cubano de a pie espera algún día la resurrección de la democracia, ellos hacen mutis y voltean el rostro siempre que de Cuba se intenta hablar.

Por otra parte, el tal intercambio ha permitido que varios artistas e intelectuales norteamericanos viajen a la Isla. No así los cubanoamericanos; a quienes el régimen ve con perfiles peligrosos para sus intereses y los margina de una futura presentación en territorio cubano. Entre ellos, los casos de Willy Chirino, Pitbull, Gloria Stefan; etc.

¿Quién se beneficia más de este intercambio cultural?

Obviamente es un secreto a voces que La Habana exige a sus revolucionarios artistas un sinfín de condiciones; entre las que se cuentan obediencia, promoción socialista y gran parte de lo adquirido. Como obsequio, les permitirá seguir viajando para que se compren sus pacotillas.

Mientras, los gringos exhiben su talento solo para saborear un rico atardecer sobre las arenas finas de la hermosa playa de Varadero degustando un famoso habano.

Unas cuantas fotos de la deteriorada Habana y las ansias locas de contar una historia casi exclusiva. Un Welcome to USA es todo lo “requerido”.

A los norteamericanos ni les va ni les viene si eliminan o no el tan mencionado intercambio. Ellos son libres y van donde y cuando quieren. En cambio a los artistas cubanos sintiéndose esclavos de una dictadura no les convienen que se cierre el acuerdo. No les cuadra que les impidan, solo a ellos, viajar. Cantinflear y ofenderse mediáticamente es más importante que callar ante las injusticias de unas de las dictaduras más crueles del mundo actual.

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