En su edición 33, el Festival Internacional de Cine en Guadalajara, a realizarse del 9 al 16 de marzo de 2018, dio a conocer la lista completa de principales secciones, entre otras, la de Mejor Película Mexicana ficción y documental (premio Mezcal); además de las correspondientes a largometraje y cortometraje Iberoamericano de ficción y documental.
En el apartado de mejor largometraje iberoamericano de ficción, Guadalajara incluyó Un traductor, ópera prima de los hermanos Rodrigo y Sebastián Barriuso, único título que representa a Cuba, mientras que la mayor atención de la competencia, en esta sección, se la roban el cine argentino y el mexicano, con varios títulos en concurso.
De Argentina, concursan Alanis (Anahí Berneri), premiada en La Habana y San Sebastián e Invisible (Pablo Giorgelli), mientras que el cine mexicano aporta cuatro títulos: Nadie sabrá nunca (Jesús Torres Torres), La negrada (Jorge Pérez Solano), Tiempo compartido (Sebastián Hofmann) y Traición (Nacho Ortiz).
Colombia también está representada por una dupla, ambas con amplio recorrido en el circuito festivalero internacional, Matar a Jesús (Laura Mora Ortega) y La defensa del dragón (Natalia Santa), esta última cuenta con producción de la cubana Ivette Liang.
También España cuenta con una doble representación: Vivir y otras ficciones (Jo Sol) y Handia, de Aitor Arregi y Jon Garaño, esta última ganadora de múltiples premios Goya. Además, también presentan un solo título Brasil (O filme da minha vida, Selton Mello), Bolivia (Eugenia, Martín Boulocq), Guatemala (Los gigantes no existen, Chema Rodríguez), Costa Rica (Violeta al fin, Hilda Hidalgo), Perú (Wiñaypacha, Oscar Catacora) y Chile (Y de pronto el amanecer, del veterano Silvio Caiozzi).
Respecto al filme cubano Un traductor, fue estrenado recientemente en el Festival de Sundance, y tanto publicaciones prestigiosas como Hollywood Reporter como Variety elogiaron su capacidad para ilustrar el pasado cubano con dramatismo y convicción.
Protagonizado por el astro brasileño Rodrigo Santoro y rodada enteramente en Cuba, Un traductor se ambienta en los años ochenta, cuando las facilidades médicas de la Isla fueron utilizadas por muchos pacientes afectados por la radiación del catastrófico accidente en la planta nuclear de Chernobyl. La época es explorada a través del personaje de Malin (Rodrigo Santoro) un professor de literatura rusa a quien se le ordena abandonar las aulas y servir como traductor entre médicos y pacientes.
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